Capítulo 138
Cuenta Pedro…
2 meses después…
Ya pasamos la mitad del embarazo. Nuestro bebé estaba cada día más grande y sano, y nosotros felices.
Hace unos días volvimos a hacer una ecografía con la esperanza de saber si finalmente podíamos saber su sexo, pero no hubo caso, no se dejaba ver. Esto no frenaba a Paula que aun así seguía comprando cosas para nuestro hijo. Habíamos visto las opciones que teníamos para decorar su cuarto una vez que nos mudáramos…
Días atrás nos decidimos por nuestro futuro hogar. Era un departamento mucho más grande, cerca de este. En Palermo. Estaban terminando de hacerlos por lo que teníamos la opción de decidir los últimos detalles, cosa que a Pau le había encantado.
No tuvimos que discutir la elección, ya que los 2 estuvimos de acuerdo. Tenía 3 cuartos bastantes amplios. 2 baños, uno que daba a la habitación principal, que habíamos elegido como la nuestra. Un living enorme, donde ya podía ver instalado un enorme LCD y mi play, con la que aun puedo jugar de vez en cuando. Y una cocina que Pau quiso reformar para que esté más conectada al comedor. Amplios y hermosos balcones terminaban de hacer ese lugar aún más perfecto para lo que necesitábamos, así que no tardamos en llegar a ese acuerdo. Recién podíamos habitarla dentro de 2 meses como mucho, cuando terminaran de hacer todo el trabajo y pintarla a nuestro gusto, cosa que aun debíamos definir, sobre todo la habitación de nuestro hijo.
Por este motivo hoy habíamos decidido invitar a toda mi familia a cenar a casa. Teníamos mucho que celebrar con ellos, que estaban al pendiente de lo que nos pasaba y nos acompañaban a todo momento. Nosotros, en particular, estábamos mejor que nunca. Aunque siempre me sorprendían los cambios de humor de mi mujer, pero era algo con lo que había podido lidiar.
A Martín, mi psicólogo, no lo volví a ver. Pese a la insistencia de Pau y de mi familia de que no dejase de hacerlo. Pero sentía que debía desprenderme de eso, que ya era una etapa superada, que podía hacerlo solo. Cada vez que necesitaba hablar con alguien lo hacía con Pau, con Hernán, con Gus o con mis hermanos o mi papá, sentía que tenía los pies en la tierra. Me parecía mejor, quería sentirme independiente de la terapia, y quería creer que lo estaba haciendo bien.
Hoy puedo decir que soy el hombre más feliz del mundo, ni hablar cuando hace pocos días empecé a sentir las pataditas de mi bebé. Pau ya las venía sintiendo hace varias semanas pero, por más que hiciera el intento, no fue hasta hace una semana atrás que pude sentirlo yo también…
Flash Back…
Estábamos en la cama, con un pote de helado que Pau me había insistido en que lleve camino a casa, adjudicándolo como un antojo, aunque yo no estaba seguro que sea así... Pero no dudé en detener mi camino de regreso a casa, después de un largo día después de participar en la apertura del Bailando. La verdad es que con la cena estaba satisfecho así que mi novia se apoderó del pote sin importarle en absoluto, sino todo lo contrario. Amaba verla comer así, aunque, luego, ella se sintiera con culpa por temor a lo que repercutiría en su cuerpo. Pero era lo que ella y mi bebé necesitaban, así que disfrutaba ver con el placer que lo hacía. Hasta que la escuché decir.
Paula: ¡Pepe! ¡Mirá!- Me hizo ver el pote que apoyaba en su panza y no entendía.
Pedro: ¿Qué querés que vea, Pau? –Ella río y agarró mi mano para apoyarla levantando el pote y ubicándola en su lugar.
Paula: ¡Decime que lo sentís! –Entendí lo que pretendía y me dispuse a esperar sin demasiadas ilusiones…
Ya era un clásico que después de decirme eso nada pasaba. Había pasado varias veces, pero sentir a nuestro hijo era un honor que solo ella había tenido. Esperé y esperé… mientras Pau me miraba atenta a mi reacción, a mis gestos… que ahora trataba de no demostrar desilusión que sentía, no quería hacerla sentir mal, y cuando estaba por sacar la mano, ocurrió... Debajo de mis dedos, de mi mano podía sentir un movimiento firme y seguro, no sé si eran pataditas o esos movimientos bruscos que veíamos hacer en las ecografías. Puse toda mi concentración en ello, esperando que ocurra de nuevo, y así fue, otro movimiento más suave pero más duradero, como si fuera una caricia desde adentro de la panza de su mamá… mis ojos ardían, y pude sentir la mano de Pau secando las lágrimas que caían de mis mejillas sin que yo haya reparado en ello. La miré y noté que también lloraba.
Pedro: ¡Amor, puedo sentirlo! –Le dije con un hilo de voz, ella seguía acariciando mi cara, y se acercó para dejar un beso en mis labios.
Paula: ¡Lo sé! ¡Me di cuenta! –Reímos y los 2 nos quedábamos con nuestras manos unidas en su panza, atentos a las señales de vida de nuestro hijo.
Fin del Flash Back...
Días atrás nos decidimos por nuestro futuro hogar. Era un departamento mucho más grande, cerca de este. En Palermo. Estaban terminando de hacerlos por lo que teníamos la opción de decidir los últimos detalles, cosa que a Pau le había encantado.
No tuvimos que discutir la elección, ya que los 2 estuvimos de acuerdo. Tenía 3 cuartos bastantes amplios. 2 baños, uno que daba a la habitación principal, que habíamos elegido como la nuestra. Un living enorme, donde ya podía ver instalado un enorme LCD y mi play, con la que aun puedo jugar de vez en cuando. Y una cocina que Pau quiso reformar para que esté más conectada al comedor. Amplios y hermosos balcones terminaban de hacer ese lugar aún más perfecto para lo que necesitábamos, así que no tardamos en llegar a ese acuerdo. Recién podíamos habitarla dentro de 2 meses como mucho, cuando terminaran de hacer todo el trabajo y pintarla a nuestro gusto, cosa que aun debíamos definir, sobre todo la habitación de nuestro hijo.
Por este motivo hoy habíamos decidido invitar a toda mi familia a cenar a casa. Teníamos mucho que celebrar con ellos, que estaban al pendiente de lo que nos pasaba y nos acompañaban a todo momento. Nosotros, en particular, estábamos mejor que nunca. Aunque siempre me sorprendían los cambios de humor de mi mujer, pero era algo con lo que había podido lidiar.
A Martín, mi psicólogo, no lo volví a ver. Pese a la insistencia de Pau y de mi familia de que no dejase de hacerlo. Pero sentía que debía desprenderme de eso, que ya era una etapa superada, que podía hacerlo solo. Cada vez que necesitaba hablar con alguien lo hacía con Pau, con Hernán, con Gus o con mis hermanos o mi papá, sentía que tenía los pies en la tierra. Me parecía mejor, quería sentirme independiente de la terapia, y quería creer que lo estaba haciendo bien.
Hoy puedo decir que soy el hombre más feliz del mundo, ni hablar cuando hace pocos días empecé a sentir las pataditas de mi bebé. Pau ya las venía sintiendo hace varias semanas pero, por más que hiciera el intento, no fue hasta hace una semana atrás que pude sentirlo yo también…
Flash Back…
Estábamos en la cama, con un pote de helado que Pau me había insistido en que lleve camino a casa, adjudicándolo como un antojo, aunque yo no estaba seguro que sea así... Pero no dudé en detener mi camino de regreso a casa, después de un largo día después de participar en la apertura del Bailando. La verdad es que con la cena estaba satisfecho así que mi novia se apoderó del pote sin importarle en absoluto, sino todo lo contrario. Amaba verla comer así, aunque, luego, ella se sintiera con culpa por temor a lo que repercutiría en su cuerpo. Pero era lo que ella y mi bebé necesitaban, así que disfrutaba ver con el placer que lo hacía. Hasta que la escuché decir.
Paula: ¡Pepe! ¡Mirá!- Me hizo ver el pote que apoyaba en su panza y no entendía.
Pedro: ¿Qué querés que vea, Pau? –Ella río y agarró mi mano para apoyarla levantando el pote y ubicándola en su lugar.
Paula: ¡Decime que lo sentís! –Entendí lo que pretendía y me dispuse a esperar sin demasiadas ilusiones…
Ya era un clásico que después de decirme eso nada pasaba. Había pasado varias veces, pero sentir a nuestro hijo era un honor que solo ella había tenido. Esperé y esperé… mientras Pau me miraba atenta a mi reacción, a mis gestos… que ahora trataba de no demostrar desilusión que sentía, no quería hacerla sentir mal, y cuando estaba por sacar la mano, ocurrió... Debajo de mis dedos, de mi mano podía sentir un movimiento firme y seguro, no sé si eran pataditas o esos movimientos bruscos que veíamos hacer en las ecografías. Puse toda mi concentración en ello, esperando que ocurra de nuevo, y así fue, otro movimiento más suave pero más duradero, como si fuera una caricia desde adentro de la panza de su mamá… mis ojos ardían, y pude sentir la mano de Pau secando las lágrimas que caían de mis mejillas sin que yo haya reparado en ello. La miré y noté que también lloraba.
Pedro: ¡Amor, puedo sentirlo! –Le dije con un hilo de voz, ella seguía acariciando mi cara, y se acercó para dejar un beso en mis labios.
Paula: ¡Lo sé! ¡Me di cuenta! –Reímos y los 2 nos quedábamos con nuestras manos unidas en su panza, atentos a las señales de vida de nuestro hijo.
Fin del Flash Back...
¡Feliz! Así me sentía, así como sabía que todavía faltaba aun más: nuestro hijo creciendo día a día, nuestro nuevo hogar, su nacimiento, verlo crecer y el casamiento… Con Pau habíamos decidido casarnos el año que viene, no quiso casarse con panza y le había gustado la idea de que nuestro hijo o hija llevara nuestros anillos al altar. A mí también me gustó la idea, aunque no me molestaba, en absoluto, firmar ahora mismo, amaba a mi mujer y sería de por vida. Pero respeté su decisión, y me pareció que este año debíamos dedicárselo a nuestro hijo, a vivir tranquilos el embarazo, sin la presión de organizar un casamiento, que queríamos que sea tradicional. Ya la veía a Pau volviéndose loca con eso, sí era mejor esperar, hacer las cosas tranquilos y que ella se sienta cómoda con su figura también.
Cuenta Paula…
Hoy venía toda la familia de Pedro así que los estábamos esperando. Era sábado y después de un largo día en La Cocina, Pedro no me había podido ayudar mucho, pero Luciana, Caro, Sonia e Inés vinieron temprano a hacerlo. Amaba pasar tiempo con ellas. Amaba la relación que había entre ellas, y para conmigo. Tanto Inés como yo fuimos afortunadas al ser aceptadas y adoptadas así, el lazo familiar que estábamos formando era basado en el afecto y la confianza, sin dudas.
Prácticamente no me dejaron hacer nada, se ocuparon de las compras y de preparar la cena, hasta me ayudaron a limpiar. Y, si bien mi panza aún me permitía moverme, no quería saber lo que sería cuando ya esté a punto de parir. Amaba que me cuiden así, aunque a veces me sentía mal por tantos cuidados. Pero “eso era una familia, eso es lo que hacen” me habían dicho, y no tuve más que decir a eso.
Había días en que extrañaba horrores a mis primos y sobrinos, con Juampi hablábamos seguido, y Benja estaba enorme y hermoso. Su papá siempre que hablábamos vía Skipe lo traía para hablar con él y que nos viéramos, y yo no podía evitar emocionarme cuando reconocía mi voz y la de Pepe. La distancia dolía, pero esas pequeñas cosas me llenaban de alegría y me emocionaban al límite tal que mi novio tuvo que dar por terminada varias veces la comunicación cuando veía que me ponía así. Y es la realidad, estoy demasiado sensible y los extraño horrores. Pero por suerte no estoy sola ¡Para nada! Aparte de Pepe y su familia… nuestra familia. Mis amigas, (en especial Zaira, Gege y Sochi) siempre están firmes al lado mío, malcriándome a mí y a mi bebé ya desde la panza, ansiosas por cada paso en mi embarazo.
Me sentía tan plena y feliz, con mi panza enorme, adaptándome a los cambios de hoy y los que vendrán.
Nuestra casa se llenó a la hora de la cena. Nos habían llenado de regalos para nuestro bebé, aunque todavía no se había dejado ver, todos sus tíos y sus abuelos habían decidido traer un regalo por su quinto mes.
La cena fue armoniosa y divertida, entre Pedro y Federico se ocuparon de animar la noche contando anécdotas de cuando eran chicos… muchas de ellas avergonzaban a sus hermanas que, a pesar de amenazarlos, no lograban su cometido. Horacio varias veces se encontró tratando de frenar una posible pelea, como si fueran adolescentes y con Inés no dejábamos de reírnos. Delfi y Fran estaban enloquecidos con su primito, y mi hijo les dio el gusto de hacerse notar cuando apoyaron sus manitos. Después de eso todos hacían fila para ver si corrían suerte, pero solo ellos y su papá tuvieron el honor.
Llegada la medianoche todos se habían marchado, menos Inés que había querido quedarse a ayudarme con las cosas que quedaban y aunque le insistiera, sabía que sería en vano. Ella vivía cerca de casa, por lo que se tomaría un taxi para ir a ella cuando decidiera irse.
Pedro estaba ayudando también y de golpe me empecé a sentir descompuesta. Un dolor profundo en la panza, que jamás había sentido me sorprendió. Sin decir nada me fui al baño, debía ser algo que comí…
Cuenta Pedro…
La noche había sido ideal. Toda mi familia reunida con nosotros. Acompañándonos y demostrándonos lo mucho que nos quieren y a nuestro hijo.
Inés se había quedado a ayudarnos a terminar de ordenar todo, ella conocía muy bien la obsesión de mi novia por dejar todo ordenado antes de acostarse. Por lo que me pareció bien, ya había estado levantada mucho tiempo, aunque sabía que mis hermanas no iban a dejarla hacer nada y seguro habían cuidado de ella. Quise pedírselos cuando arreglamos por teléfono en reunirnos, aunque no hizo falta que terminara de hablar, no podían hacerlo de otro modo.
Estaba terminando de acomodar el living cuando noté que Pau no estaba. Le llevé a Inés las últimas copas en las que habíamos servido el postre.
Inés: ¡Salió todo muy lindo! ¿No? –Me dijo agarrando las copas que yo le entregaba.
Pedro: ¡Sí! ¡Gracias por estar con nosotros! ¡Nos encanta tenerlos a todos acá! –Ella me respondió con una sonrisa y antes de que decirme algo…
Paula: ¡Pedro! ¡Vení! –El grito de Pau, proveniente del baño nos asustó. Un escalofrío me recorrió por completo… su voz sonaba desgarradora.
Inés y yo fuimos corriendo hasta ella, abrí la puerta y me quedé paralizado con lo que veía…
Hola! ¡No me odien! Reconozcan que venía muy tranquilo todo, o ¿No? Ya veremos qué sucede en el siguiente. ;)
Ya saben que pueden dejar sus comentarios y a la que quiera que le avise cada vez que suba mi twitter es @LauyValenPyP pueden dejar sus comentarios ahí también. Si es en el Blog mejor ;)
Les dejo el adelanto para el próximo capítulo que subiré el día sábado seguro. Estos capítulos me inspiran así que sí subiré 3 esta semana! Beso
Apenas salimos del ascensor al estacionamiento del edificio corrí hasta mi auto. Parecía que mis acciones eran mecánicas, no podía pensar… no quería hacerlo, solo hacía lo que tenía que hacer… y lo más rápido que podía…