lunes, 31 de marzo de 2014

Epílogo - ÚLTIMA PARTE



LEAN LA PRIMERA Y SEGUNDA PARTE!!!



Epílogo –Tercera y Última Parte

Cuenta Paula…


   Recordar nuestra promesa el día que nos casamos, y saber que estábamos en buen camino, era más que un sueño cumplido. Amaba a este hombre y lo haría el resto de mi vida…


   Terminamos de cenar poco antes de las doce, por lo que tuvimos que apurarnos por levantar la mesa y prepararla para el brindis. En realidad yo hacía poco y nada... Mi panza estaba terriblemente enorme y, con tantos afectos alrededor, era poco lo que me dejaban hacer.

   Estábamos hablando con Luciana cuando Pepe se nos acercó…



Pedro: ¿Estás segura que trajiste todo, Lu? –Le dijo preocupado.

Luciana: ¿Con quién te pensás que hablás? ¡Obvio! Muero por ver la cara que pone mi ahijada y mis hijos con la sorpresa que le tenemos preparada. –Dijo llena de ansiedad.

Paula: ¡Y Benja! ¡Van a estar felices! –Lo miré a Pedro que aún no estaba muy convencido, pero no le dimos mucha opción. En ese momento vimos acercarse a Oli y nos quedamos callados.

Oli: ¿Ya va a venir papá Noel? ¿Por qué tarda tanto?- Nos dijo haciendo pucherito y me agaché, como pude, a su altura.

Paula: ¡Paciencia! Seguro que viene enseguida, después que brindemos- La abracé y les guiñé un ojo a Luciana y a mi marido.



   Brindamos entre risas y algún que otro llanto… Luego, mientras la mayoría se quedaba afuera mirando los fuegos artificiales que iluminaban la noche, me llevé a Oli, junto con sus primos adentro, porque Moro se asustaba mucho con los cohetes. Y en realidad era parte del plan, Nos encerramos en mi cuarto unos minutos hasta que los ruidos cesaron y esperando la señal de que podíamos salir.

   Minutos después, escuchamos gritos ¡Llegaron! ¡Llegaron! Y las preguntas de mi hija y sus primos no se hicieron esperar.


Oli: ¿Quién llegó mami?- Me dijo, ansiosa.

Fran y Delfi: ¡Sí, tía! ¿Quién vino? –Parándose alrededor mío.

Benja: ¡Sí! ¿Quién mimina?- Amaba cuando mi ahijado me llamaba así, no le salía madrina.

Paula: ¡No sé! ¿Y si vamos a ver? –No hizo falta que lo dijera dos veces, que salimos los 6 del cuarto.


   Nos fuimos acercando al living, donde se encontraban todos, junto a nuestro enorme árbol de Navidad. Cuando los vimos. ¡A falta de un papá Noel, teníamos 2! Juampi y Pedro se habían disfrazado y cuando los chicos los vieron salieron corriendo a abrazarlos.

   No iba a olvidar jamás la cara de felicidad de Oli, ni la de sus primos, y todavía faltaba la mejor parte.

   Después de que los saludaron, Pepe y Juampi, disimulando sus voces, les dijeron…



Pedro: ¿Tenemos regalos para estos nenes?

Juampi: ¡Por supuesto! –Mi primo giró y agarró 3 cajas grandes, cada una con un nombre.

Pedro: ¡Voy a entregarles a cada uno una caja, pero las tienen que abrir al mismo tiempo! ¡No vale espiar! –Los chicos asintieron ansiosos, mientras todos los mayores miraban la escena, incluyéndome.

Juampi: ¿Quién es Benja?-Mi ahijado levantó la mano, tímido y apoyaron su caja en frente suyo.

Pedro: ¿Delfi y Fran? –Ellos saltaron cuando los nombraron y agarraron su caja- ¿Oli?-Mi hija se separó de mis rodillas y se acercó más, mientras su padre, camuflado de papá Noel, le dejaba la caja en frente.

Juampi: ¡Ahora, sí! Contamos hasta 3 y las abren juntos.-Asintieron contentos.

Pedro y Juampi: 1… 2… y...  ¡3! –Los chicos abrieron sus cajas y empezaron a sacar las cabezas, 3 hermosos Bulldogs Franceses…



   Moro había tenido su primera camada de cachorros meses atrás, y si bien costó convencer, en especial a Pepe, acordamos entre Luciana y Cami que serían los mejores regalos de navidad para nuestros hijos. Sin más que hablar, de 4 cachorritos, me quedé con 3.

   Oli sacó de la caja, la suya, que a diferencia de su papá era blanca con manchitas negras, ¡Parecía una vaquita! Y me había enamorado de ella la primera vez que la vi. El de Juampi se llamaba Pancho y era idéntico a Moro. Y el de Fran y Delfi, aún no tenía nombre pero era parecido a la nuestra, con menos manchitas. Los 3 eran preciosos y sus dueños estaban felices.

Pedro, aun disfrazado se acercó a mí.


Pedro: ¡Se salieron con la suya! –Me dijo bajito para que nadie escuchara.

Paula: ¿Valió la pena? –Me miró y podía notar que sonreía debajo de su prominente barba blanca.

Pedro: ¡Obvio que sí! ¡Con verles la carita a los 4! –Sonreí y moría por darle un beso, pero no iba a estar bien visto en este momento que mi hija me viera besando a Papá Noel. No quería causarle un trauma.... mejor guardaba mis arrebatos para más tarde.


    Pedro y Juampi fueron a cambiarse, después de jugar un rato con los chicos, con la excusa de que tenían que seguir repartiendo más regalos.

    Minutos después volvieron. Apenas Oli vio a su papá y fue corriendo con su perrita en sus manos.


Oli: ¡Papi! ¡Mirá que me trajo papá Noel! –Le dijo mostrándole la cachorrita.

Pedro: ¿Un perrito? –Le dijo fingiendo no estar convencido con la idea.

Oli: ¡Perrita! Se llama Renata ¡Lo elegimos con mami!  ¿Me la puedo quedar? –Le dijo abriendo y cerrando sus ojos lentamente y con las palmas de sus manitos unidas- ¿Sí? ¡Por favor! ¡Por favor! –Y pude ver como mi marido se derretía ante su pedido.

Pedro: ¡Obvio, mi princesita! –Le dijo y Oli comenzó a saltar de alegría.

Oli: ¡Gracias, papito! –Le dio un beso y salió corriendo para unirse con sus primos de nuevo.



Horas después…

Cuenta Pedro…


   Después de una larga y hermosa noche, decidimos que era hora de ir a dormir. Todos se habían ido, a excepción de papá e Inés que dormían en el cuarto que teníamos para las visitas.

   Ya estaba por amanecer y mi hija, si bien no dejaba de bostezar, hasta que no se fueron todos, se negaba a ir a la cama. Por lo visto, la siesta le vino muy bien.

   Me encargué de llevar en brazos a Oli a su cuarto, mientras Pau se preparaba para acostarse en el nuestro. Fuimos escoltados con Moro y Renata, que no querían separase de ella. 
   Moro dormía en su cuarto desde el primer día que llegó a casa, y al parecer, su hijita tenía las mismas intenciones.

   Cuando dejé a Oli en su cama noté que estaba profundamente dormida. No era para menos, no había parado un segundo de jugar. Debería estar agotada.


    Me quedé observándola unos minutos, mientras velaba su sueño. ¡No podía amarla más! Ni a ella ni a la bebita que no tardaba en llegar y que no veía la hora de conocer... 


     Todavía no me saco de la cabeza el momento en que Pau me dijo que estaba embarazada de nuevo. No la estábamos buscando, habíamos decidido que esperaríamos hasta que Oli cumpliera los 4 añitos, pero obviamente, algo falló. Un cambio en nuestro método anticonceptivo hizo que el milagro ocurra por segunda vez en nuestras vidas e inconscientemente quería que eso ocurriera. La idea de traer otro fruto de nuestro amor a este mundo, agrandar la familia, amar a otro ser más de lo que el corazón debería soportar. Hizo que creyéramos que era el momento indicado.


    Pensaba en lo sobreprotectores que éramos y que seríamos con ellas, y es que, ahora que soy padre entiendo cuando mi papá me decía: "El día que seas padre, me vas a entender". Y sí, mi mundo eran ellas y no quería que nada les haga mal, que no sufran, que no tropiecen. Quería estar con ellas en cada paso, en cada sonrisa, llevarlas de la mano por siempre para evitar los golpes de la vida. Yo estaría allí, protegiéndolas, y no importa que tengan 3 años o estén la panza, o cuando sean adolescentes y hasta cuando sean adultas, yo estaría allí, incondicionalmente, protegiéndolas. Porque tanto ellas, como su madre, eran mi vida.


   Entré a mi cuarto, Pau estaba acostada y seguía despierta, cosa que me sorprendió…


Paula: ¡Por fin! ¡Pensé que iba dormirse rápido! –Reí, pensando que no fue ella quién me retuvo, sino que fui yo al que le costaba irse.

Pedro: Pensé que ibas a estar dormida… ¡Fue un largo día! –Le dije mientras me acomodaba a su lado y la abrazaba rodeando mis brazos por su enorme y hermosa panza.

Paula: ¡No estoy cansada! –Me dijo y vi esa luz especial en su mirada…

Pedro: ¿No? ¿Y qué tenés ganas de hacer? –Quería asegurarme de no haberla interpretado mal, quería escucharlo de sus labios. Ella sonrió.

Paula: ¡Quiero que hagamos el amor! ¿No te das cuenta? ¡Estabas muy sexi de papá Noel! – Me guiñó el ojo y reímos y no la hice esperar más, yo también quería lo mismo.


   Comenzamos a desvestirnos lentamente entre besos y caricias, recorriendo cada centímetro de nuestros cuerpos. La sentía estremecerse en mis brazos como la primera vez que hicimos el amor, como lo hacía siempre…
    Me detuve con mis besos en su panza… donde Anna estaba creciendo. Sí, finalmente la llamaríamos así. No había motivos para no hacerlo, Paula tenía razón, sería el mejor homenaje para mi mamá, que de seguro la estará cuidando desde el cielo, como a su hermana.

  Seguí mi camino de besos con devoción por todo el cuerpo de mi mujer. Que por más que le costó entenderlo, siempre sería perfecto para mí, con 5, 10, 20 o hasta 30 kilos de más, o lleno de arrugas como esperaba ver, porque planeaba estar el resto de una larga vida juntos… porque la amaba a ella como sea, donde sea, cuando sea, solo a ella.

   Volví a besarla en los labios antes de unir nuestros cuerpos y pude notar una lágrima en su mejilla cuando me separé de ellos.


Pedro: ¿Qué pasa, amor? –Le dije mientras la secaba con besos.

Paula: ¡Es que te amo tanto! –Me dijo mirándome a los ojos. Y respiré lleno de orgullo al escuchar esas palabras que tanto amaba. Apoyé mi frente con la suya.

Pedro: ¡Y yo a vos! ¡Te amo, Paula, hasta la eternidad! –Sonrió y volvió a besarme, Para ahora sí demostrar con nuestros cuerpos lo que dijimos con palabras…



   No podía sentirme más pleno y feliz, y todo gracias a ella que me regaló su amor incondicional, y la hermosa familia que formamos. Ella, en la que Vi la Luz el primer día que la conocí, y la que quería que ilumine el resto de mi vida…



                                                           FIN!!!





     ¡Ahora sí! ¡Se acabó esta hermosa locura! Gracias a todos los que me acompañaron desde el principio y en el camino. Me cuesta mucho despedirme… Pero… ¡Todo tiene su fin! Y “Veo en ti la Luz” merecía el suyo.

     ¡Gracias por todas sus hermosas palabras siempre!


                                                                       


                                                                                                                                           Laura 









domingo, 30 de marzo de 2014

Epílogo - SEGUNDA PARTE



LEAN LA PRIMERA PARTE!!!


Epílogo- Segunda Parte.


Cuenta Pedro…


   Con el transcurrir de las horas, nuestra casa se comenzó a llenar. Los primeros en llegar después de Juampi y su familia, fueron Zaira y Hernán. Sí, ellos seguían juntos y no solo eso, desde hace unos meses eran marido y mujer.

   Nuestros amigos se casaron y vivían en nuestro antiguo departamento, el cual le cedimos cuando decidimos mudarnos acá. La distancia era corta, así que no había excusas para que nos juntemos seguido. Ellos estaban embobados con Oli, y como el resto de la familia, la malcriaban en todo, y es que mi hija tiene el poder de convencer a todo el mundo de lo que quiere solo con una sonrisa, nadie se resiste a su hechizo, y menos yo.

   Ellos hace meses que buscaban su primer hijo, pero lamentablemente el milagro se hacía esperar. Ya estaban ansiosos y preocupados y nosotros sabíamos de qué se trataba. Mientras, cumplían con su rol de tíos a la perfección con nuestra hija, tanto así que no tuvimos dudas a la hora de elegirlos como padrinos de nuestra bebita.

   Pau seguía insistiendo con ponerle el nombre de mamá, y creo que ya me está convenciendo. Con el paso de los años, había logrado recordarla sin sentir ese dolor en el pecho sino con una sonrisa. Y todo eso se lo debo a mi familia, a Pau y a Oli, que me llenaban la vida de amor y paz, el dolor había quedado atrás hace tiempo…


   Después, llegaron mi papá con Inés. Ellos ya vivían juntos en Mármol. Pero los tenía más cerca que nunca... no había día en que no llamen preguntando por Oli, y no hacía falta que los llamemos 2 veces, cuando necesitábamos que la cuiden. Eran los abuelos perfectos para nuestras hijas. Mi papá junto a Inés se lo veía completo y según Pau, ella junto a él había vuelto a ser la que era antes. No había dudas que pasarían el resto de sus vidas juntos.

   Finalmente llegaron mis hermanos y mis sobrinos. Delfi y Fran ya estaban más grandes, 12 y 10 años, y cuidaban de los más pequeños con devoción. Se amaban y Oli cada vez que los veía saltaba de felicidad.


   Estábamos esperando la cena. Mi papá había sido el encargado de preparar el asado, que si bien después de tanto insistir había aprendido hacer, cuando él estaba no quería abandonar su puesto. Cosa que agradecía, el calor era insoportable. Mis hermanas se habían ocupado del resto, junto con Cami y Zai.

   En eso la veo a Pau, sentada con las manos en su panza, observándonos a todos y me acerqué hasta ella.



Pedro: ¡Amor! ¿Estás bien? –Le pregunté a la vez que me arrodillaba a su lado.

Paula: ¡Hola, amor! ¡Sí! Solo miraba. –Me dijo y pude notar un brillo especial en sus ojos.

Pedro: ¿Qué pasa amor? –Le dije acariciando una de sus mejillas y me miró.

Paula: ¡Nada! Solo que ver todo lo que construimos todo este tiempo... ¡Me hace tan feliz!- Me dijo dejando escapar una lágrima, la cual sequé en su camino. -¡Mirá! –Me obligó a girar para mirar a nuestro alrededor.


    Observé a nuestra hija corriendo por nuestro parque feliz, mientras jugaba con sus primos y con Moro alrededor de la pileta. Tan plena, con esa sonrisa que iluminaba la oscuridad de la noche. Seguí mirando y vi a todos mis hermanos reunidos conversando con Juampi, Cami, Zaira y Hernán, mientras preparaban la mesa. Más al fondo mi papá con Inés abrazados y hablando cerca de la parrilla. Y entendí todo…



Paula: ¡Ni en mis mejores sueños se me hubiese ocurrido que podía llegar a tener todo esto! ¿Vos sí?- Me dijo mirándome fijamente esperando mi respuesta…

Pedro: Siempre supe que solo a tu lado podía ser feliz… pero... ¿Todo esto? Es nuestro sueño hecho realidad, lo que nos prometimos el día que nos casamos…



Flash Back…



   Mis nervios estaban a punto de estallar. Había llegado hace casi media hora, dando el brazo a mi hermana Luciana que estaba preciosa y feliz, de que por fin su hermanito, el rebelde, dé su gran paso. No dejaba de repetírmelo, y a la vez me había tranquilizado… un poco.

   Había sido una tarde calurosa y ya empezaba a anochecer, digna de fines de noviembre. La iglesia que habíamos elegido era hermosa, pero no creía que más de lo que estarían ellas… 

   Desde ayer que no veía a Pau y a Oli. Mi novia decía que las vísperas a la boda debíamos dormir separados, y eso había sido un carma para mí, no había podido dormir, no solo por todo lo que significaba este día para el resto de nuestras vidas… sino porque las extrañaba. Me moría de ganas de ver a mis princesas, no podía aguantar más.


    Dí la bienvenida a todo el mundo en la puerta de la iglesia, que se había llenado de familiares y amigos... de toda la gente que nos había acompañado durante todo este tiempo. Nadie parecía que quería perderse el acontecimiento. Tuve que lidiar con algún que otro fotógrafo que quiso irrumpir en el templo, pero por suerte, la mayoría respetó nuestro momento, sin mayores complicaciones.


   Una vez que todo el mundo estuvo dentro, ya todos acomodados, la impaciencia comenzó a carcomerme por dentro... hasta que el órgano de la capilla empezó a sonar. Con quince minutos de retraso. Las puertas se abrieron. Junto con todas mis emociones juntas, era una imagen que no quería olvidar jamás...

   Lo primero que vi, fue a Oli, de la mano de Fran y Delfi, haciendo sus primeros pasos hasta el altar. Sí, nuestra hija era la encargada de llevar nuestros anillos con apenas 1 año y 3 meses.

    Oli,  ahora más que nunca, parecía una princesita con ese vestidito que su madre jamás me había dejado ver, de un color rosa pálido y con una cascada de rulos rubios enmarcando su cara, la veía tan contenta, seguro no entendía nada de lo que pasaba y aun así lo hacía increíblemente bien, ayudada por sus primos más grandes.

   Pasos atrás la vi a Paula, fuertemente agarrada al brazo de Juampi, empezó a caminar por el pasillo. La espera había valido la pena... estaba seguro de que no recordaría con exactitud los detalles del vestido que llevaba... pero siempre recordaría lo preciosa que estaba mientras caminaba hacia mí, su sonrisa reluciente, la luz que emanaba de sus ojos y sus mejillas sonrojadas por sus nervios.

   Nuestras miradas se encontraron, y por el gesto que apareció en su cara, supe que estaba intentando contener las lágrimas. Estaba tan embobado mirándola, que no me di cuenta de que ya habían llegado al altar. Juampi se adelantó para abrazarme, y se retiró a su sitio. Le tendí la mano a mi novia, que la agarró temblorosa. Unidos avanzamos unos pasos, hasta quedar enfrente del sacerdote.


Pedro: ¡Estás... –Creo que no había adjetivo para describirla- …preciosa!- murmuré en voz baja, mirándola fijamente.

Paula: ¡Vos también estás hermoso!- balbuceó, sonriendo levemente. Se giró, para entregarle el ramo a mi hermana para que se lo guardara durante la ceremonia.


   Nuestras manos estuvieron unidas durante toda la misa, que gracias a la simpatía del sacerdote, fue amena y no muy larga. Apenas me di cuenta de cuándo llegamos a la parte del consentimiento.

   Mi voz sonó clara al decir el sí, quiero; la de Paula, trémula y temblorosa... observé su cara, y sus lágrimas ya habían hecho acto de presencia. Mi mano secó una que bajaba por su mejilla.


    En el momento en que el sacerdote pidió los anillos, le indiqué a Paula que se girara y mirara al frente; nuestra hija se acercaba con una pequeña almohadilla, donde descansaban nuestras alianzas. Nos agachamos a su altura, para recogerlas.


Paula: ¡Gracias princesa!- le dijo Paula, besándola entre lágrimas. Le di otro beso, y se las entregué al cura. Éste le dio a Paula la mía, y sin apartar sus ojos de los míos, me la puso. Hice lo mismo con la suya, con una sonrisa que no me cabía en la cara. Por fin el cura dijo las palabras mágicas.


Cura: Por el poder que me concede la iglesia,  los declaro marido y mujer. Lo que dios ha unido, que no lo separe el hombre-.En tono claro y seguro.



    Nuestras manos y miradas permanecían fijas el uno sobre el otro. La fui acercando a mi cuerpo, para terminar rodeando su cintura y por fin besar a mi esposa. Sus manos fueron directas a mi nuca y a mi pelo, acercándome más a ella, como tanto amaba que hiciera y que tan loco me ponían. Ni los aplausos de la gente allí reunida consiguieron que nos separáramos en un largo minuto. Tuve que dejarla respirar, así que poco a poco me separé de sus labios, pero nuestras frentes permanecieron unidas.


Paula: ¡Te amo!- susurró sólo para mí.

Pedro: -Y yo a vos, amor... a las 2, y toda la familia que planeo que tengamos juntos- le susurré de vuelta, y viendo cómo Oli aplaudía desde los brazos de mi padre. Éste la posó en el suelo, y caminó hacia nosotros. La tomé en brazos, mientras rodeaba la cintura de mi mujer con el otro. Le dimos cada uno un besito en la mejilla; ella nos abrazó como pudo a los dos a la vez, riendo contenta.

Paula: ¡Tenemos y tendremos una hermosa familia! –Me dijo como si tuviera una visión del futuro.

Pedro: ¡Dalo por hecho! - Paula me miraba con una sonrisa mientras se pegaba a mi cuerpo, Oli reía mientras la gente chillaba "vivan los novios" y aplaudían sin parar.- ¡Por fin sos completamente mía! -Murmuré sobre sus labios.

Paula: ¡Y vos mío! –Sonreí asintiendo para después besarla. Al oír los silbidos y exclamaciones, nos separamos. A la espera de saber que pasaríamos una larga y feliz vida juntos…


Fin de Flash Back


Cuenta Paula…


   Recordar nuestra promesa el día que nos casamos, y saber que estábamos en buen camino, era más que un sueño cumplido. Amaba a este hombre y lo haría el resto de mi vida...





FIN DE LA SEGUNDA PARTE...
MAÑANA SUBO LA ÚLTIMA Y FIN DE LA HISTORIA!!!

sábado, 29 de marzo de 2014

Epílogo - PRIMERA PARTE



Epílogo- Primera Parte.

3 años y 4 meses después…

Cuenta Pedro…


   Abrí con cuidado la puerta de su habitación… Me quedé ahí, mirándola… Era tan perfecta… Entré con cuidado. Amaba verla así… dormida. La cama estaba revuelta como si hubiera dormido todo el día y solo habían pasado menos de un par de horas. 

   Me senté y corrí uno de los tantos almohadones que había sobre ella y terminé de descubrir su rostro. Sus cabellos rubios tapaban parte de su cara y sonreí. Parecía un ángel… Mi ángel. Y comencé con la tarea que me habían asignado y que tanto amaba hacer.


Pedro: ¡Oli! –Mientras la movía despacio- ¡Princesita, despertate!


   La vi retorcerse y protestar, ¡A quién habrá salido! Sonreí sabiendo la respuesta.


Pedro: ¡Dale, Oli! ¡Despertate, amor! – Le dije acompañando mis palabras con otra sacudida, y muchos besos por toda sus cara, cuando la veo abrir sus ojitos y sentarse de golpe…

Oli: ¿Ya llegó? –Reí por su ansiedad.

Pedro: ¡Buenas tardes, princesa! Y ¿Por quién preguntas? ¿Papá Noel?-Me miró y me dijo.

Oli: ¡No seas tontito, papi! ¡Ya sabés de quién hablo! –Me dijo levantando sus manitos.

Pedro: ¡Oli! ¿Cómo me vas a decir eso? –Le dije aparentando estar dolido.

Oli: ¡Perdón, papito! ¿Estás enojado? – Me dijo sentándose de un salto en mi regazo, mirándome preocupada, con sus hermosos ojitos verdes, iguales a los de su mamá y me pregunté si ella sería capaz de hacer algo algún día como para enojarme realmente. ¡Esta criatura era mi perdición!

Pedro: ¡No, princesa! – Y comencé a hacerle cosquillas en la pancita y comenzó a reír descontroladamente.

Oli: ¡No, papito! –Me dijo entre risas y yo también reía, su risa era la música más linda que podría escuchar jamás…

Pedro: ¡Bueno! ¡Vamos abajo que ya está tu merienda! –Oli asintió, contenta.

Oli: Pero si me llevas a cocochito –Me dijo y yo acepté. Entre risas le indiqué que se subiera en mis hombros, como hacía siempre.


   Y así salimos de su habitación, entre corridas y saltitos, como a ella le gustaba y algún tropiezo fingido que la hacían gritar.

   Bajamos las escaleras y fuimos hasta la cocina y apenas entré, la vi de espaldas... Se dio vuelta despacio y era como si hubiesen pasado días sin verla, cuando solo fueron unos minutos, los que tardé en ir a despertar a nuestra hija…


Paula: ¡Por fin! ¡Estaba por ir a buscarlos! –Me acerqué y bajé a Oli de mis hombros.

Oli: ¡Mamí! ¿Cuándo va a llegar mi hermanita?-Le preguntó acercándose a la panza de 8 meses de Pau.

Pedro: ¡Es lo primero que me preguntó cuándo se despertó! –Pau le dedicó una mirada tierna y se agachó hasta su altura.

Paula: ¡Pronto mi amor! Ya te dije que seguro que para después de reyes ya está con nosotros…

Pedro: ¡O antes! –La interrumpí.

Paula: ¡No estás ayudando, amor! ¡La idea es calmar su ansiedad no potenciarla! –Me retó y reímos.


   Nos sentamos a tomar unos mates con Pau, mientras Oli tomaba su leche chocolatada y sus galletitas favoritas. Amaba poder compartir cada momento del día con ellas.

   Hace unos días se habían decretado oficialmente mis vacaciones. (Mediados de diciembre) Y no planeaba volver hasta marzo o abril. Quería disfrutar la última etapa del embarazo de Pau, el nacimiento de nuestra segunda hija y sus primeros meses, tranquilo, y tenía la suerte de poder hacerlo.

   Me habían propuesto hacer temporada de teatro en Carlos Paz, como los últimos años pero no acepté la propuesta. Amaba hacer teatro, era una experiencia incomparable, y más las veces que lo hicimos juntos con Pau. Pero este año, mi prioridad eran ellas.

   Así que ni bien terminamos los programas de la productora me dediqué pura y exclusivamente a disfrutarlas.


Pedro: ¿En que quedaron al final? ¿A qué hora empiezan a caer? –Le pregunté a Pau. Hoy era noche buena y era la primera que íbamos a pasar en nuestra nueva casa, la que habíamos comprado a principios de este año. ¡La casa de nuestros sueños!

Paula: ¡En seguida supongo! ¡Sabés como son tus hermanas e Inés ni te cuento! Ya tienen todo organizado entre ellas- Sonreí y me imaginaba.


    Mi familia aceptó gustosa la idea de venir a pasar navidad acá, pero con la condición de encargarse de todo, no querían que Pau se esté esforzando en su estado. Pau había tenido un par de complicaciones durante el embarazo, casi iguales a los que tuvo con Oli, la que la obligó a mantenerse en reposo la mitad del tiempo.


Cuenta Paula…


   No había cosa en el mundo que me hiciera más feliz que ver cómo Pepe y Oli, ríen, se aman, se adoran. Nunca dudé de lo que sería Pedro como padre y cada día que pasa lo termina re confirmando de nuevo. Yo, a la vez me había convertido en una madre sobre protectora. Cuidaba a mi hija como si fuera una leona y dudaba que eso llegara a cambiar algún día. Oli era nuestro sueño hecho realidad, al igual que nuestra bebita que viene en camino. ¡Sí! ¡Otra vez nena! Bianca era el nombre que habíamos elegido hasta ahora, yo seguí insistiendo en ponerle Ana, pero, en realidad a menos de un mes de nacer, todavía no nos poníamos de acuerdo.

   Todo lo que vivimos en estos años fue maravilloso. Superamos cada obstáculo forjando nuestro amor más que nunca. Creo que Pedro y yo habíamos madurado mucho con la llegada de Olivia, y si bien el comienzo fue complicado, salimos a flote ilesos. Nuestro amor y el amor por nuestra hija eran las herramientas que usábamos... las que conocíamos. Hoy podía confirmar que éramos invencibles, nada puede dañar la fortaleza que habíamos creado.

   Con Pedro, hace más de 1 año, decidimos comprar nuestra casa soñada, no dudamos en adquirir esta. Era perfecta, una casa amplia que habíamos reformado a nuestro gusto. Con el parque y el césped que tanto queríamos con Pepe, en donde Oli ahora corría para jugar con Moro, nuestro negro y peludo (Como le decía mi marido) Bulldog Francés de 2 años.

   Pedro me había cumplido mi capricho de ampliar la familia con un perrito, aun estábamos en el departamento en ese entonces y Oli ya tenía más de 1 año y empezaba a caminar. No fue difícil convencerlo y un día sin decir nada…



Flash Back…


   Estábamos con Oli esperando que llegue Pepe de su jornada laboral. Con él nos turnábamos para cuidar a Oli, para poder cumplir con nuestros trabajos, y a la vez, siempre estaba Inés dispuesta a tomar la responsabilidad. Amaba a Oli, y cumplía con su rol de abuela a la perfección. Zaira y Gege también nos ayudaban al igual que sus tías. Sí, Oli no tenía problemas a la hora de encontrar niñeras, hasta se peleaban por tomar el puesto.

   En eso escuchamos que llega Pepe, y como siempre, Oli se acercaba con sus pasitos inseguros a la puerta a recibir a su padre, al amor de su vida.

   Pedro abrió la puerta, despacio, sabiendo que del otro lado, seguro encontraría su bienvenida. Pero esta vez cargaba con una caja enorme.


Oli: ¡Papi! –Lo saludó Oli, era una de las pocas palabras que le salían bien.

Pedro: ¡Princesa! – Se agachó a su altura para darle muchos besos, mientras ella reía y seguía con su vista fija en la caja. ¿A quién habrás salido tan curiosa? Yo quería saber Ya que había en ella.- ¡Hola, amor! Se acordó de mí, y se acercó para darme un beso.

Paula: ¡Hola mi vida! ¿Qué hay en la caja? –Rió ante mi ansiedad y no me importaba.

Pedro: ¡Fijensen! –Nos dijo dejando la caja en el suelo.


   Se paró en frente nuestro para observar lo que hacíamos con ella, Oli y yo nos acercamos. Levanté la tapa despacio, como si se tratara de una bomba e inmediatamente una bola de pelo negro sacó su cabeza. Oli empezó a saltar de felicidad y yo no lo podía creer. Lo levanté mientras lamía insistentemente mi cara y se lo acerqué a mi hija y repitió la acción, mientras movía la cola.

   Fue amor a primera vista, Pedro se unió a nosotros y nos abrazó.


Pedro: ¿Les gusta? –Dijo inseguro.

Paula: ¡No ves! ¡Lo amamos! –Le dije llenándolo de besos.

Pedro: ¡No sé cómo te puede gustar esa cosa negra y peluda! ¡Parece un chancho! -Dijo mirando al perrito, que ahora saltó en los brazos de Oli.

Paula: ¡Pedro! –Le dije golpeando su brazo en modo de protesta y él rió. -¡Es hermoso! ¿No, Oli?- Le dije a mi hija.

Oli: ¡Sí! –Abrazó fuerte a su papá en modo de agradecimiento y podía ver como Pepe se derretía en sus brazos.


Fin del Flash Back…


    Oli terminó de merendar y en ese momento escuchamos el timbre, ella salió corriendo para ver quién era. Moro y nosotros atrás de ella.


Oli: ¡Mi padrino! –Gritó contenta, y le abrimos la puerta. Juampi no venía solo, Cami y Benja estaban con él.

Juampi: ¡Princesa! –Le dijo alzándola y llenándola de besos, la dejó en el suelo y saludó a Cami y por último a su gran amigo.

Oli: ¡Benja! –Los primitos se abrazaron, como si hace meses no se hubieran visto, cuando la realidad era distinta.


    Amaba ver el cariño que se tenían con Benja, se habían criado como hermanos. Todavía recuerdo como si hubiese sido ayer cuando Juampi, vía skype me dio la gran noticia. Con Cami iban a mudarse a Buenos aires.

   Juampi y Cami. Habían comprado unas acciones a través de unos conocidos acá. La empresa creció y empezó a dar sus frutos. Juampi se apoderó de más acciones, haciéndolo socio mayoritario a la distancia. La intención de Juampi siempre fue volver y cuando vio que la estabilidad económica se lo permitía no costó mucho tomar la decisión.

   La felicidad que sentí al escuchar eso me hizo desatar en llanto. Y hace menos de un año vivíamos a solo un par de cuadras. Obviamente la decisión de mudarnos acá era por eso también. ¡Otra vez lo tenía cerca mío!


   Apenas llegaron, Oli agarró de la mano a su primito y se lo llevó al patio para jugar. Eran almas gemelas, no podían vivir separados.

   Nos sentamos a tomar unos mates con Juampi y Cami, mientras hablábamos de la cena de esta noche…


Cami: Así que ya tenemos todo organizado ¡Menos mal! ¡Benja está re ansioso con su papá Noel-Nos confesó sonriendo, muerta de amor por su hijo.

Paula: Oli está más ansiosa con la llegada de su hermanita.-Le confesé.

Pedro: ¡Pregunta cada media hora si ya va a nacer! –Reímos los 4.

Juampi: ¡Va a ser una gran hermana!-Y estaba segura que sería así, Oli era increíble.

Paula: ¡No tenemos dudas de eso! –Dije mirándolo a Pedro que no sacaba su mano de mi panza. Amaba ese contacto que decía tanto… estaba enloquecido con nuestras hijas. Amaba que tenga el mismo trato desde la panza con nuestra bebita como lo tuvo con Oli.


FIN DE LA PRIMERA PARTE...

MAÑANA SUBO LA SEGUNDA PARTE!

martes, 25 de marzo de 2014

Capítulo 146- Capítulo Final



Capítulo 146- Capítulo Final



   Sentí sensaciones encontradas, como una especie de desilusión, y creo que fui obvia, ya que Marisa enseguida me recordó que la cesárea siempre estuvo en las posibilidades por el tamaño de Oli, y que debía ser así por el bien de las dos. Pedro seguía aferrado a mi mano, en silencio, como no cayendo a la realidad.


Marisa: ¡Bueno, papis! ¡A preparse! ¡En unas horas van a ser papas! – Pedro me miró y sonrió, sus ojos brillaban y no sabía si eran sus manos o las mías, o ambas pero temblaban y a la vez reímos. Los nervios y miles de sentimientos, hoy finalmente, conoceríamos a Oli, a nuestra princesa


Cuenta Pedro…


    ¡En unas horas van a ser papás! Trataba de asimilar las palabras de la doctora, ¡No podía creer que el día había llegado! La miré a Pau y si bien estaba tan sorprendida como yo, sonreímos. La abracé y nos besamos.


Pedro: ¿Estás lista? –La vi sonreír nerviosa y asintiendo- ¡Vamos a conocer a Oli!

Paula: ¡No veo la hora! –Me dijo emocionada.


   Después de comunicarnos que íbamos a ser papás todo comenzó a pasar muy rápido. Llevaban a Pau de aquí para allá, obviamente yo no me separaba de ella en ningún momento. Me sorprendió verla tan serena, y hasta preocupada por avisarle a la familia. Estaba todo tan tranquilo antes de venir acá que ni siquiera pensé en la opción de poner a cargar mi teléfono, comencé a utilizar mi última reserva de batería, solo quedaba 4 %.

    Llamé a Juampi, ellos tenían nuestro otro juego de llaves y debían interrumpir su paseo para traernos el bolso que tantas veces trajimos y justo hoy, no lo habíamos creído necesario. Juampi no lo podía creer, se lo escuchaba tan contento y sorprendido, pero tuve que cortarle para poder seguir hablando. A la siguiente persona que avisé fue a Luciana, y ella era la encargada de avisarles al resto. Mi hermana pegó un grito en el teléfono que casi me deja sordo. Me hizo miles de preguntas, pero debía cortar. Mi última llamada fue a Hernán, mi amigo del alma, no podía olvidarme de él

   Cuando terminé de hablar con mi amigo, ya no tenía casi nada de batería y comenzaron entrar llamadas, solo hablé con mi papá.


Horacio: ¡Hijo! ¡Es cierto lo que me contó Luciana! ¡Oli ya va a nacer! –Podía notar a mi padre llorar por el teléfono, y era como si recién estuviera cayendo.

Pedro: ¡Sí! ¡Ya va a nacer! Los quiero acá, quiero que la conozcan- Le dije con la poca voz que tenía, un nudo en mi garganta había aparecido de golpe… Levanté mi cabeza, Paula estaba sentada esperando que la hagan pasar al quirófano, me miró y me sonrió.

Horacio: ¡Ya estamos saliendo! ¡Te quiero hijo! Quedate tranquilo que todo va a estar bien- Después de eso cortó la llamada.


    Me acerqué a mi novia y me rodeó la cintura con sus brazos, choqué mi panza con la suya… ¡Cómo iba a extrañarla ahora! y me dio un beso, yo acaricié a mi hija en su nidito, pensando… pronto la tendré en mis brazos…


Paula: ¿Estás bien? –Me dijo apoyando su frente con la mía.

Pedro: ¡Sí! -Ansioso, nervioso, feliz, asustado, todo junto, pero no quería compartir eso ahora- ¡Soy yo el que tiene que preguntarte cómo estás! – Sonrió, sin responderme- ¿Me alcanzás mi cartera?-Miré hacia donde me señalaba y me fui a buscarla.


   Vi que revolvía entre sus cosas, seguro que en busca de su celular, pero me sorprendió ver que era un papel, o ¿Una foto?


Paula: ¡Estoy tranquila, estoy en paz! Sé que ella y mis papás me van a cuidar- Me enseñó lo que tenía en sus manos, e inmediatamente comencé a llorar. Era la foto de mi mamá, la que tanto amaba.


   Sentí que me acariciaba la mejilla, secando mis lágrimas. Y es que traerla en este momento tan especial con nosotros, demostrarme cuanto la quiere y lo que significaba para ella me hacía tan inmensamente feliz y orgulloso. Juro que no puedo amar más a esta mujer. La volví a abrazar lo más fuerte que pude y la besé, y ella me respondió tan dulcemente, emocionada… Hubiésemos estado así por horas si no nos hubieran interrumpido, teníamos otra cosa más importante que hacer, ver nacer a nuestra hija…


Cuenta Paula…


   Creo que no podía sentirme tan feliz y con tanta paz, ni remotamente sentí miedo. Creo que sentir que Ana me acompañaba me fortalecía, así tanto como jamás olvidaba que mis padres me cuidaban desde donde estén. Y justo ahora, en vez de sufrir las ausencias, me sentía más acompañada que nunca por ellos.

   Cuando me llevaron hacía el quirófano. A Pedro le pidieron que pase por otra sala a ponerse el ambo para poder presenciar el parto. En ese momento me soltó la mano y sentí un vacío enorme, no quería estar lejos de él, no quería empezar a sentirme nerviosa. Tomé la foto de Ana y la apreté fuerte contra mi pecho, y recordé como nunca las sonrisas de mis padres… ellos estaban conmigo… nada podía salir mal… no estaba sola…todo iba a salir bien.

    Y como si fuera un bálsamo la paz volvió a mí, mientras observaba el procedimiento de los médicos, concentrados en su trabajo, a Marisa tranquilizándome. ¡Sí! ¡Todo iba a salir bien!

   Ya estaba anestesiada y habían puesto una tela en frente mío, cuando lo veo entrar a Pepe con una cofia y una bata azul con la inscripción que decía “Voy a ser papá” y casi me muero de amor, estaba hermoso. Se acercó tímido hasta estar al lado mío y lo agarré de la mano. Me sonrió, sus ojos brillaban y yo era una bomba de emociones.


Marisa: ¡Bueno! ¡Ya es hora! Vamos a comenzar- Nos avisó y le indicó a otro médico el comienzo.


    No sé cuánto tardaron, solo me decían que Oli era enorme y que costaba sacarla. Pedro me sostenía de la mano con fuerza y esperaba, impaciente, igual que yo.

    En un momento sentí un tirón fuerte, pero nada de dolor, y entendí que era el momento. Por encima de la tela que separaba la visión, la vi. Tal cual la había soñado… La escuché llorar y me la apoyaron en mi pecho, sentí el amor más puro, inmenso, único, porque de pronto había alguien que iba a necesitar de mí, y entonces… ¡Me largué a llorar!

   Por instinto comencé a olerla, fue mi primer impulso para reconocerla, para sentirla totalmente mía, nuestra... Pepe estaba emocionado mirándonos, abrazándonos a ambas, conociendo este sentimiento que nacía dentro nuestro, aunque ya lo veíamos crecer hace tiempo, pero hoy era nuestro sueño hecho realidad. ¡Oli había llegado!


Cuenta Pedro…


   ¡No podía creer que ya estaba acá! Verla nacer, ver cómo Paula la anidaba en su pecho, era como si de golpe todo mi mundo se redujera en ellas, todo había desaparecido, y no necesitaba nada más. ¡Las amaba con todo lo que era!

   La misma doctora que dejó a mi beba en el pecho de su madre nos dijo que era hora de los controles y me invitó a acompañarla. La miré a Pau, no quería dejarla sola… era como si mi corazón se tuviera que dividir en 2 ¡Qué difícil sería esto! Pero Pau me dio una mirada de aliento, y asentí para acompañarla. Tomó a nuestra beba en brazos y me indicó que la siguiera, mis pies pesaban, me costaba caminar, me di cuenta que temblaban también.

   Entramos a una habitación y comenzaron a hacerle todo tipo de cosas, metiéndole sonditas, aspirándola, entre otras cosas, a veces mi beba se resistía y la hacían llorar. ¡Juro por mi vida que tenía ganas de matarlos! Y lo hubiese hecho si no hubiese estado lo suficientemente consiente de que lo hacían por su bien. Respiré y me contuve, tratando de calmar mi estado de furia. Vi cómo la medían y la pesaban, mi gordita pesaba casi 4 kilos, era hermosa y estaba sana ¡¿Qué más podía pedir?! Vi cómo le ponían un pañal y la envolvían en una manta rosa. Mi nena respiraba afligida, estaba enojada. ¡Hijita, ya los voy a hacer pagar por esto! pensé dentro mío… y temí por lo que podía llegar a ser como padre.


Enfermera: ¡Papá! ¡Hagase cargo de su hija! –Me dijo con una sonrisa, entregándome a Oli. Iba a ser la primera vez que la sostendría en mis brazos…


    La agarré con cuidado y ni bien la acomodé en mi regazo ella me miró a los ojos. Esa conexión que tuvimos fue mágica, ¡Oli era mágica! El amor que tenía por ella no tenía nombre. De golpe me dejaron solo con mi beba y aproveché.


Pedro: ¡Hola princesa! ¡Soy yo! ¡Papá!- Le hablé y sus ojos se abrieron aún más hacía mi ¿Me habrá reconocido? Se comenzó a mover y reconocí esos movimientos raros parecidos a los que hacía en la panza de su mamá. Me acerqué a dejarle besitos por sus hermosos cachetitos rosados- ¡No te das una idea de lo que estábamos esperándote, mi amor! –Me seguía mirando fijo, sus ojos brillaban tanto, tenían una luz que podía iluminar el mundo entero, al menos el mío, el que ella y su madre habían creado… mi mundo. -¡Tenemos que ir con mami, debe estar loca por verte de nuevo!



    Caminé el corto tramo hasta llegar a Pau, estaba aún acostada en el quirófano, acaban de terminar con ella y se la notaba ansiosa. Cuando nos vio, una sonrisa iluminó su rostro y yo le respondí de igual modo. Acorté la distancia, para poder entregarle a nuestra hija, cuando sus ojos comenzaron a desprender lágrimas.


Paula: ¡Gracias! ¡No puedo describir en palabras todo lo feliz que me siento! - Me confesó y le sonreí, dejando a nuestra hija en sus brazos.

Pedro: ¡¿Gracias?! Yo tengo que agradecerte y no hace falta que busques palabras, te entiendo, porque siento lo mismo que vos y no hay manera de explicarlo- Pau sonrió emocionada y miró a nuestra hija y lloramos… ¡De felicidad!


Cuenta Paula…


    No soportaba más la espera, quería volver a tener a mi hija en brazos, saber que estaba bien. Un vacío desgarrador me acompañaba. No tenerla conmigo, ni en mi panza, ni en mis brazos, y lo único que me tranquilizaba es saber que su papá estaba ahí, cuidándola. Sentía nacer en mí la necesidad de estar con ella, así como lo estuve durante estos casi 9 meses. No era justo el desarraigo ahora. La quería conmigo.


   Eché un vistazo a la foto de Ana, y parecía decirme ¡Pau, quédate tranquila! Y sonreí, la acomodé de nuevo entre mis ropas y levanté mi vista y lo vi a él… a ella… a los amores de mi vida…

    Pedro la traía en brazos. Parecía iluminado con una sonrisa de puro amor y orgullo, como si la llevara así toda la vida.

    Le agradecí porque es lo único que me nació decirle, no tenía palabras para explicarle lo que sentía. La apoyó en mi pecho y sentí la conexión y el amor más grande que jamás sentí antes. La llené de besos, nunca parecían ser suficientes… Y lloré y los ojos de Pedro se llenaron de lágrimas también.


    Paula: ¡Los amo tanto! –Dije con necesidad. Mis amores, ellos 2, ahora. ¡Eran mi familia! Ellos 2 iluminarían mis días el resto de mi vida. Pedro levantó la vista al escucharme, estaba embobado mirando a nuestra hija.

    Pedro: ¡Y yo las amo a ustedes hasta la eternidad! –Me dijo con sus ojos sinceros, que no mentían. Sonreí y se acercó para besarme, ¡No podía ser más feliz! ¡Mi mundo era perfecto!




  FIN…






    Hola! Cómo están!!! Y sí, este es el fin de “Veo en ti la Luz”. Gracias a todos los que me acompañaron y me inspiraron para hacer estos 146 capítulos, sin ustedes del otro lado leyendo, no hubiese legado a tanto!

    Espero que les haya gustado y me encantaría escuchar sus comentarios hoy más que nunca.

    No se olviden que hay un EPILOGO que voy a subir en varias partes el mismo día o días consecutivos. Si puedo lo subo el fin de semana o sino la otra, para terminar de darle un cierre a la historia.


   Gracias por leer y les dejo un adelanto del Epílogo que subiré en cuanto lo tenga terminado!




    Abrí con cuidado la puerta de su habitación… Me quedé ahí, mirándola… Era tan perfecta… Entré con cuidado. Amaba verla así, dormida, la cama estaba revuelta como si hubiera dormido todo el día y solo habían pasado menos de un par de horas.

viernes, 21 de marzo de 2014

Capítulo 145



Capítulo 145


   Cami abandonó con Benja el living, dejándonos a Juampi y a mí, solos, sonreímos. Podía notar lo feliz que era tanto como deseaba que viera lo feliz que era yo. Se sentó a mi lado, en el lugar que había ocupado Pedro antes de marcharse. Íbamos a tener una charla y lo sabía, como sabía que seguro terminaría llorando a mares…


Paula: ¡No sabés lo feliz que me hace tenerte acá! –Le dije y mis ojos ya me empezaban a arder.

Juampi: ¿Y a mí? No te das una idea de lo feliz que me hace verte así… -Suspiró- Pochi, no te niego que tenerte lejos me pesa y mucho, siempre fuiste mi hermanita… la persona que debía cuidar…- Me tomó de las manos y yo ya era un mar de lágrimas, y él trataba de secarlas- ¡No llores porque te quiero decir algo que tengo acá y así no puedo! –Me dijo tocándose el pecho y yo asentí aunque no estaba segura de poder cumplirle lo que prometía, tomé aire, para hacer el intento y siguió.- Nunca en la vida me voy a olvidar el día que llegaste a casa, tan triste después de perder a tus papás… los míos me habían contado todo lo que había pasado y que ibas a venir a vivir con nosotros... Era muy chico y no entendía, creo que al principio me molesto porque ya éramos muchos en casa y no sabía cómo sería sumar a alguien más, y tampoco nos veíamos mucho, así que casi no te conocía más que de alguna reunión de vez en cuando… encima eras más chica… ¡No sé! ¡Cosas de chicos!

Paula: Si, lo recuerdo. No te gustaba jugar conmigo porque era más chica y era nena-Le reclamé, y él sonrió y siguió.

Juampi: Estaba un poco enojado con la idea de que fueras a vivir con nosotros- Me confesó apenado- Pero luego cuando llegaste, abrazada a tu conejo de peluche y tus ojitos inchados de tanto llorar sentí nacer algo en mí... Creo que esa fue la primera vez que sentí que debía protegerte, que no quería volver a verte así nunca más, me dolía mucho- Me dijo emocionado y yo rompí mi promesa de no llorar…- Desde ese entonces decidí que iba a cuidarte, como si fueras mi hermana, que nadie iba a hacerte mal… Sé que pasabas momentos feos y me sentía mal cuando no podía estar ahí para ayudarte. Solo quería verte feliz… y allá, en España no lo eras y me dolía que jamás pudieras lograrlo, y aunque me dolió verte partir, verte ahora, ver lo feliz que sos con Pedro, lo mucho que te cuida… que las cuida- Me dijo tocando mi panza- Ver el hogar y la familia que estás formando es lo que siempre soñé para vos.

Paula: ¡Gracias! ¡Lo sé! Sé que siempre me cuidaste, me aconsejaste sin egoísmo, sé porque siento cada palabra que me decís y si bien estuve enojada con Dios porque se llevó a mis papás, hoy le tengo que agradecer que no me dejó sola, que puso personas maravillosas en mi camino, empezando por vos y tu familia, que hice mía, que me adoptaron y me dieron todo. Como los amigos que hice acá, tanta gente que me quiere, la familia de Pepe que hoy es mi familia también, y ni hablar a Pepe, creo que ya no puedo estar enojada con él, creo que Dios, después de todo, no se olvidó de mí.-Le dije hipeando, abriendo mi corazón.

Juampi: ¡Te quiero Pochi! –Y lo sentí abrazarme.

Paula: ¡Y yo a vos! –Reímos y lloramos, hablamos por horas como lo hacíamos antes. Lo extrañaba, y no quería desperdiciar un minuto con él.


Cuenta Pedro…


   Regresé a casa lo más rápido que pude, había estado grabando con Jose hasta tarde y no veía la hora de estar con mi mujer y mi beba. Recordé que ya no estábamos solos en casa, nuestros invitados iban a quedarse por unas semanas, tal cual hicimos nosotros cuando nació Benja. Me imaginaba las charlas de Pau con su primo, Juampi era una gran persona y cuidaba de Pau, incondicionalmente.

   Apenas entré y los encontré a los 3 en el living, conversando, me sumé a la charla sin dudarlo. Era una pena tenerlos tan lejos, tanto él como Camila encajaban con nosotros a la perfección y podíamos estar hablando por horas. Solo que tanto Camila por alimentar a su bebé, como Pau por tener que descansar debieron abandonarnos poco después de cenar.


Juampi: ¡Por fin solos! –Protestó en chiste y yo le pasé un vaso de fernet con coca, el que agarró como si fuera el mejor regalo del mundo.- ¡No sabes lo que extrañaba esto!- Reí mientras lo veía saborear su primer y largo sorbo.

Pedro: ¡Lo imaginé!- Reímos y hablamos.


   No había tema del que no pudiera hablar con él. Juampi a la distancia, tanto conmigo como con Pau era nuestro confidente. Varias veces tuve que comunicarme con él cuando necesitaba algún consejo o pedirle alguna opinión, y siempre estaba ahí, para escucharme y darlos, si era conveniente. Él también se había comunicado varias veces con las crisis por el post parto que tuvo que atravesar, pidiendo contención, y de las que ya me advirtió también, Solo esperaba que pueda sobrevivir de Pau y sus hormonas luego de tener a Oli.

   Como no podía ser de otra manera jugamos un partido de play, que está de más decir que le gané por goleada, y reconoció que le faltaba práctica, ya que desde que es papá su play solo sirve para juntar polvo… Otra de las cosas que debía de hacerme la idea.

   Teníamos un gran dilema con Pau… los padrinos de Oli… Siempre me imaginé a Hernán, mi mejor amigo, casi mi hermano, como el padrino de mi primer hijo, pero sin dudas Juampi también merece ese lugar. Por el lado de las madrinas la pelea está mano a mano entre varias, Zaira y Luciana son las que encabezan la lista. Pero en realidad era difícil decidir, por lo que optamos por esperar y decidirlo cuando Oli naciera, porque no podíamos ponernos de acuerdo.


Días después…

Cuenta Paula…


   Sentía que ya iba a explotar y Oli parecía demasiado cómoda para salir de mi panza. Faltaba menos de una semana para que se cumpliera con la fecha probable de parto, la cual pensé que seguramente no iba a llegar. Pero hoy ya no pienso lo mismo… cada 2 días vamos con Pepe a hacerme un control y un monitoreo y siempre volvemos a casa sin novedades, “Hay que seguir esperando”. A esta instancia ya ni estaba ansiosa, era como que de repente dijera será cuando ella quiera ¡Y por lo visto todavía no!

   Era jueves y Pedro tenía la tarde libre. Juampi, Cami y Benja habían aprovechado para salir a dar un paseo, ya que si bien era invierno, no hacía tanto frío para salir con el bebé, y Juampi estaba ansioso por hacer que su mujer se enamore de nuestro país... Él albergaba una esperanza de que tal vez, un día pueda regresar a su tierra natal, pero era un sueño muy lejano del que no quise ilusionarme…

    Ese día me sentía realmente bien, ningún síntoma de que mi hija se quiera a dar a conocer, por lo que nos preparábamos para irnos como día por medio a mi control con Marisa. Busqué mi cartera, ya que no llevaría de nuevo el bolso con todas las cosas para el nacimiento, no creía que hoy sería el día. Tomé mis documentos y los papeles de mis estudios anteriores para guardarlos en ella, ¿Mi celular? Recordé que el último lugar en donde lo usé fue en la cocina y fui a buscarlo, mientras Pepe se cambiaba con toda la pachorra del mundo, él también se había relajado bastante, y eso me alegraba, creo que ayudó tenerlo a Juampi estos días en casa, sé que hablaron mucho estos días, pero ninguno quiso contarme sobre qué. No me importaba, yo también había tenido charlas con Cami, me había enterado de cosas que no sabía, como los estragos de la revolución hormonal en el post parto.

     Entré a la cocina y encontré mi teléfono ni bien entré, sin embargo me quedé parada en frente de la heladera, más precisamente, frente a la foto de Ana que habíamos colgado en la puerta. Tenía una sonrisa enorme, mirando el horizonte… transmitía tanta paz. Hace poco Pepe la había encontrado, había dicho que era la foto favorita que tenía de su mamá y decidimos ponerla allí, a la vista de todos, para poder observarla en nuestra vida cotidiana. Me contó que era una que le había tomado él en una de sus últimas vacaciones, y ella lo sabía… le habían diagnosticado  cáncer semanas antes, y aun así se la veía tan plena y feliz. Estaban frente al mar y ella no parecía tener sobre sus espaldas el peso de semejante enfermedad… Todo lo contrario, en su mirada se transmitía paz, solo paz…

    Lancé un suspiro y como si una fuerza superior me moviera la tomé a foto y luego de dedicarle una sonrisa, la guardé en mi cartera.


Pedro: ¡Ya estoy listo! –Lo vi salir a mi novio del cuarto y sin decirle nada, me alejé de la heladera.- ¿Y vos?

Paula: ¡Ya estoy lista! –Sonrió y me quedé pensando en mi respuesta. Realmente me sentía lista.


    Me tomó de la mano y salimos a lo que se había convertido en una rutina. Recorrimos las pocas cuadras que nos separaban de la Clínica por la que habíamos optado cambiar. En el camino, con Pepe, íbamos haciendo chistes y hablando de cualquier cosa, hasta habíamos puesto la radio porque si bien, la distancia era corta, los semáforos dilataban nuestra llegada. Con mi amor cantamos a los gritos, amaba estos momentos de locura.

   Minutos después, ya estaba en manos de Marisa. Pedro siempre ingresaba conmigo a mis consultas, y esta vez, no fue la excepción.

   Marisa y otro médico que me hacía el monitoreo, hablaban con términos médicos, que obviamente no entendíamos. Algo parecía no estar bien, de repente noté que hace rato no sentía a Oli moverse y sujeté la mano de Pedro con más fuerza. El pánico se iba apoderando de mí… Una vez que deliberaron me dijo…


Marisa: Miren chicos, la presión está alta… -Empezó a relatar…

Paula: ¿Cómo está Oli? – La interrumpí, era lo único que nos importaba.

Marisa: ¡Está perfecta! Pero vamos a tener que hacer una cesárea –Nos miramos con Pedro, mientras escuchábamos la razón por la que mi parto debía ser así. Oli no nacería el 28 como ya habíamos supuesto, y mucho menos por parto normal cómo tanto había planeado y al que a la vez temía.


   Sentí sensaciones encontradas, como una especie de desilusión, y creo que fui obvia, ya que Marisa enseguida me recordó que la cesárea siempre estuvo en las posibilidades por el tamaño de Oli, y que debía ser así por el bien de las dos. Pedro seguía aferrado a mi mano, en silencio, como no cayendo a la realidad.


Marisa: ¡Bueno, papis! ¡A preparse! ¡En unas horas van a ser papas! – Pedro me miró y sonrió, sus ojos brillaban y no sabía si eran sus manos o las mías, o ambas pero temblaban y a la vez reímos. Los nervios y miles de sentimientos encontrados, hoy finalmente, conoceríamos a Oli, a nuestra princesa.






    Hola! Cómo están! Y sí! Es el día!!! Les cuento que me cuesta horrores despedirme de la nove… ¡No sé! es como que me niego a terminarla. Pero todo tiene su fin y creo que “Veo en ti la Luz” merece el suyo. Aviso que no habrá segunda temporada ni nada de eso. El siguiente será el último y lo subiré el martes. El sábado voy a subir el epílogo, que seguro será en 2 o 3 partes, pero lo voy a subir el mismo día. Sí?

    Gracias por acompañarme en esta linda locura y les dejo el adelanto del próximo y último capítulo…






    ¡En unas horas van a ser papás! Trataba de asimilar las palabras de la doctora, ¡No podía creer que el día había llegado! La miré a Pau y si bien estaba tan sorprendida como yo, sonreímos. La abracé y nos besamos.

martes, 18 de marzo de 2014

Capítulo 144



Capítulo 144


Varias semanas después…


Cuenta Paula…


   Ya habíamos cumplido con Oli nuestro octavo mes juntas. Mi beba crecía día a día, al igual que crecía mi ansiedad por conocerla, mis miedos por el parto y, por sobre todo, mi preocupación porque nazca bien. Sí, mientras más se acercaba la fecha de parto todo eso se iba potenciando más en mí.

   Marisa llevaba un control riguroso de mi embarazo, ya que unos días atrás me había sentido realmente mal, pensamos que Oli quería nacer y habíamos ido a la clínica con el bolso como para internarnos. En ese momento me hallaba sola con Inés, y ella me acompañó a la clínica, Pedro había llegado como loco a la par de nosotras, ya que en ese momento se encontraba en Ideas, trabajando. Pero todo fue una falsa alarma, y después de hacerme algunos controles me regresaron a casa, sin ninguna otra recomendación, que seguir esperando.

   La noticia circuló por los medios, con imágenes de nosotros dentro de la Clínica, obviamente se habían filtrado de algún personal, que seguro obtuvo una buena paga por ellas. Con Pedro decidimos que era mejor cambiar el lugar donde nacería Oli, no queríamos que su nacimiento se emitiera por cadena nacional. Pedro estaba muy reticente a la idea de exponer a nuestra hija, y yo estaba de acuerdo con ello.

   A mí no me quedaba otra que esperar y luchar con mis miedos y la ansiedad… ¿Y de qué manera manejaba todo? Comiendo. Ya no entraba más nada a este cuerpo y aun así mi apetito no se iba. Ya no quería mirar más la balanza, me negaba a verla tocar los 3 dígitos, pero aun así no podía contenerme, y para peor, Pedro no me ayudaba mucho, ya que accedía con facilidad a cualquiera de mis pedidos camuflados como antojos. Mis alacenas estaban repletas de chocolates, golosinas y todo tipo de cosas dulces que me regalaban o que le daban a Pedro para mí y para Oli, y no podía evitar la tentación…


Flash Back…


   Estábamos mirando la tele después de cenar, recostados en nuestro nuevo, cómodo y enorme sofá que habíamos estrenado en nuestro nuevo hogar. Mientras Pedro hacía zapping para encontrar algo para ver yo necesitaba comer algo dulce, me separé de su abrazo y me miró.


Pedro: ¿Dónde vas?

Paula: ¡Voy a buscar algo de postre! Necesito algo dulce- Le guiñé el ojo y sonrió.


    Fui a hurgar en la alacena, eligiendo entre chocolates, alfajores y hasta algunas gomitas que ni sabía que estaban ahí. Con las manos llenas volví a mi puesto.


Paula: ¿Querés? –Pedro giró para verme con todas las cosas en las manos, mientras yo ya masticaba unos de los chocolates que había elegido.

Pedro: ¡No, amor! ¡Igual no te veo con intenciones de convidar! –Y reí con su comentario, sentía que me faltaba el aire cada vez que lo hacía.

Paula: ¡Ya te dije que no me hagas reír mientras como, o respiro o me rio, las dos cosas no puedo con esta panza! –Dejó un beso en mis labios.

Pedro: ¡Es que tenés que verte lo feliz que sos comiendo! –Me burló y yo le golpeé el brazo como respuesta- No, en serio, amo verte así.

Paula: Ya falta poco, después que nazca Oli, tengo que volver a la normalidad. ¡Dios, ojalá pueda! –Ambos reímos.

Pedro: ¡Relajá, amor! Cada cosa a su tiempo, para mí estás hermosa, ¡Ya te lo dije!-Sus ojos no mentían, era cierto, me transmitían tanto amor y seguridad que nada importaba, me acomodé entre sus brazos y me dio un beso, aún más dulce que todas las golosinas del mundo.


Fin del Flash Back


   En estos días llegaban Juampi con Cami y Benja, no veía la hora de que estén acá, de hacer realidad ese abrazo que tanto espero, volver a tener esas charlas cara a cara como cuando éramos chicos con mi primo, mi hermano, mi mejor amigo, mi confidente… A pesar de conectarnos a diario la distancia se sentía, pero faltaba poco para que esa brecha se acorte y pueda tenerlo finalmente aquí, a mi lado, junto con su hermosa familia.

   Con Pedro habíamos estado preparando el cuarto extra que teníamos en nuestra nueva casa para ellos. Cuarto que hasta el momento, no habíamos ordenado, ya que habíamos dejado todo tirado en él. Ahora, finalmente, la casa estaba en orden.

   Nuestro hogar, en el que recibiríamos a nuestra hija. El cuarto de Oli era soñado. Cada rato entraba en él y no podía evitar imaginándomela ahí, en su cunita, con sus juguetes y verla usar la cantidad de ropita que tenía. Todos la esperábamos ansiosos.

   Hoy Zaira había vuelto de un viaje a Italia con Nan, y le había traído bolsas y bolsas con ropita para mi beba, ella era otra que no veía la hora de tener a mi hija en brazos y amaba verla así. Aparte estaba inmensamente feliz… Con Hernán habían decidido dar un paso más a su relación, a su noviazgo formal… iban sucumbir en la convivencia y eso la tenía excitada y nerviosa, la tranquilicé, e intenté darle consejos, aun recordando que nuestra primera experiencia con Pedro no había sido satisfactoria, pero como amiga lo hice igual. Ella se veía tan feliz con él, y él ni hablar con ella.

   Zaira se había hecho tan popular como nosotros y él había pasado a ser el novio lindo de Zaira del que poco saben, solo que era fotógrafo, ya que a Nan no le gustaba la exposición, pero se iba amoldando a ella. Sabía que con Pedro había estado hablando mucho durante este tiempo, aunque mi novio jamás contaba mucho, seguro él sabía de antemano la proposición que iba a hacerle a Zai, y también estaba segura que lo había aconsejado, pero como buen confidente jamás me lo hubiera contado.

   Esperaba a Pedro, me había dicho que estaba en camino y que traía algo para cenar. Hacía minutos que mi amiga se había marchado, después de estar horas hablando. Hasta por teléfono podía sentir lo ansioso que estaba cuando me preguntaba si había alguna novedad… Y es que ya contábamos los días hasta la fecha que nos dieron en la que probablemente nacería, pero sabíamos que podía ocurrir en cualquier momento, mi hija y yo ya estábamos listas para ello.


Días después…


   Nos encontrábamos con Pedro en el aeropuerto, esperando que arribe el vuelo proveniente de Madrid. La espera se hacía insoportable, en mi estado ya no sabía si me cansaba más estar sentada o parada, mi espalda me dolía por el gran peso extra que tenía que soportar.


Pedro: ¡Amor! ¿Por qué no te sentás? –Me dijo mientras acariciaba mi espalda a la altura de mi indefinida cintura.- Parece que el vuelo viene demorado.

Paula: ¡Estoy mejor parada, pero no dejes de hacer eso! –Le dije y siguió masajeando como se lo dije, cuando escuchamos el arribo de un avión… el que estábamos esperando.


   Nos apresuramos para recibirlos lo más que podíamos, ya que por más que me esforzase, mi paso seguía siendo lento. Y allí, entre la multitud los vi, primero a Cami con mi ahijado envuelto en una manta celeste, y pasos atrás lo vi a él, a Juampi y a su sonrisa enorme. Mis ojos ardieron de golpe, y no sé si él se acercó rápido hacía mí, o si yo pude correr finalmente, simplemente sé que, segundo después estuve en sus brazos, llorando de emoción y de alegría.


Juampi: ¡Por fin Pochi! ¡No sabés lo que deseaba este abrazo! –Y yo simplemente podía llorar y seguir llorando. Y así nos quedamos, fundidos en ese abrazo tan esperado, cuando lo siento separarse.- ¡Mirá quién vino a verte!-Me dijo indicándole a su mujer, que nos miraba con lágrimas en los ojos al lado de Pepe que sonreía visiblemente afectado… que dé un paso hacia nosotros, y así lo hizo, cuando estuvo en frente mío descubrió a su tesoro más preciado.

Paula: ¡Benja! –Mi ahijado abrió sus ojitos y yo volví a llorar, muerta de amor cuando note algo así como una sonrisa.

Cami: ¡Creo que reconoció tu voz! –Me dijo entregándomelo- no es de regalar sonrisas- La miré y le agradecí después de darle un abrazo y un beso y tomé a mi ahijado en brazos…

Tan enorme, tan hermoso, con esos ojos verdes tan iguales a los de su padre, tan parecidos a los míos. Después de unos segundos de intercambios de miradas y después de decirle lo mucho que había deseado verlo, siento que alguien vuelve a tocar mi cintura, su tacto familiar me hizo saber de quién se trataba sin necesidad de girar para verlo.

Paula: ¡Es hermoso! –Le dije, y sentí su beso en mi mejilla.

Pedro: ¡Muy! ¡Y te queda hermoso, mi vida! –Levanté mi mirada y lo vi mirarme, con tanto amor, que solo respondí con un beso en sus labios. –Tenemos que irnos, no seas mala anfitriona, deben estar cansados por el viaje.-Reí y caminamos junto a Juampi y Cami, para juntos salir del aeropuerto.

   Llegamos a casa y con Cami preparamos algo para almorzar, mientras hablábamos y hablábamos tratando de ponernos al día con las novedades, Pedro ayudaba a Juampi a instalarse, mientras sostenía a mi ahijado en brazos, tratando de mantenerlo calmado, ya que se retorcía en ellos.

   Terminamos de almorzar y Pedro debía ir a trabajar. En Ideas había mucho trabajo para hacer y no quería faltar, ya que pensaba tomarse los días correspondientes para cuando Oli decidiese nacer, el formaba parte de la parte humorística junto a Josema y a otros más, aparte de La Cocina, junto con Mariano y Zai. Aparte había firmado con Polka para un unitario para empezar a grabar a finales de octubre. En cambio yo, ya no había aceptado ningún otro desfile, ni producción, ni notas, ni nada. Durante estos meses elegí mis trabajos de acorde a mi estado, hice algunas campañas de marcas para bebé, desfile de embarazadas y con Pepe hicimos notas para alguna que otra revista o para algún programa de la productora. Ya había decidido que lo mejor era esperar a Oli en casa, por lo que casi no salía de ella, ni tampoco quise comprometerme después de tenerla con nada, no sabía cómo iba a pegarme la maternidad, pero dudaba que quiera volver al trabajo, por un largo tiempo.



    Después que Pedro se fue y de que Cami decidiera que era hora de alimentar y hacer dormir a mi ahijado, se lo entregué, ya que bostezaba tranquilo en mis brazos, quejándose de vez en cuando, signo de que su apetito se iba despertando.

    Cami abandonó con Benja el living, dejándonos a Juampi y a mí, solos, sonreímos. Podía notar lo feliz que era tanto como deseaba que viera lo feliz que era yo. Se sentó a mi lado, en el lugar que había ocupado Pedro antes de marcharse. Íbamos a tener una charla y lo sabía, como sabía que seguro terminaría llorando a mares…





   Hola! Cómo están? Espero que les guste el capítulo de hoy! Y sí, Juampi no podía faltar en este momento tan especial de ellos. Tenía que estar!



   Ya saben que pueden dejar sus comentarios y a la que quiera que le avise cada vez que suba mi twitter es @LauyValenPyP pueden dejar sus comentarios ahí también. Si es en el Blog mejor ;)

   Les dejo el adelanto del próximo capítulo, queda uno más y el final, luego el epílogo, que subiré en cuanto pueda, ya saben que son los últimos y les quiero dedicar más tiempo.




    Regresé a casa lo más rápido que pude, había estado grabando con Jose hasta tarde y no veía la hora de estar con mi mujer y mi beba. Recordé que ya no estábamos solos en casa, nuestros invitados iban a quedarse por unas semanas, tal cual hicimos nosotros cuando nació Benja.

viernes, 14 de marzo de 2014

Capítulo 143



Capítulo 143


Cuenta Pedro


1 semana después…



   Estábamos en plena mudanza. Entre semana ya habíamos mandado a traer varias cosas, pero hoy definitiva e indefinidamente íbamos a mudarnos a nuestro nuevo hogar. Aunque, ahora mismo parecía más a un campo de batalla que a un hogar… cajas por todos lados, bolsas con cosas y muebles que buscaban algún lugar para ser acomodados.

   Ni hablar la cantidad de gente que había insistido en venir a ayudarnos, y que agradecía. No pensaba necesitar tanta ayuda, pero claramente sí, la necesitaba… Yo solo no podría ordenar todo este desastre, contando con que no quería que Pau hiciera ningún esfuerzo, y por lo visto ni mis hermanos, ni Zai y Hernán, ni Gege, ni mucho menos mi papá e Inés iban a permitírselo.

  Amaba ver cómo la cuidaban, como protegían y malcriaban a mi hija aun desde la panza. Amaba ver cómo la familia y las amistades se habían unido alrededor nuestro, incondicionales con todo. Gracias a ellos yo podía seguir tranquilo con mi vida. Martín, mi psicólogo me dijo que debía aprender a confiar, no solo en Pau sino en todos los que me quieren, que debía dejar que me cuiden y me ayuden a cuidar a quienes amo, que de eso se trata la familia, un círculo de amor y confianza.

    Y es que había estado obsesivo después de lo que pasó en el quinto mes, y era consciente de ello. Pero entendí que Pau quería más que nadie que todo saliera bien y había seguido las indicaciones al pie de la letra, eso me dejaba más tranquilo, pero aun así no bajaba la guardia y había aceptado colaboración para que acompañen a Pau esos días de reposo, una vez que empecé a trabajar… Era la única manera de poder estar tranquilo, sabiendo que no las dejaba solas… claramente tenía mucho que trabajar con eso también. ¿Pero se puede dejar de preocupar alguien por las personas que ama? Martín me dijo que si no lo hacía el miedo no iba a dejarme disfrutar de las cosas lindas que la vida me estaba dando, que debía vivir día a día, y de disfrutar de todos los cambios y las etapas.

    Hablando de cambios y etapas. Nunca en mi vida me imaginé que alguien podía interactuar con su hijo desde la panza como lo hacíamos con Oli. Saber que me escucha y reconoce mi voz sobre la de los demás, saber que siente mis caricias. A veces… en realidad, casi siempre, sueño que la tengo en mis brazos, y siento en carne viva la inmensa felicidad que me genera, pero no puedo ver su carita, no puedo imaginármela… ¿Sacará los ojos de Pau? ¿Sus labios? ¿Su sonrisa? Ojalá saque todo de ella… o casi todo.

   Era increíble que tenga tantos sentimientos potenciados, ¡Los celos! Por Dios, nunca sufrí más de celos por nadie, ni siquiera por Pau como los que siento cuando mis amigos me ofrecen a sus hijos como potenciales novios para mi Oli, el estómago se me retuerce, e inmediatamente una sensación de odio se despierta sin que pueda manejarla. Quizás suene exagerado, pero es nada más y nada menos lo que siento. Si fuera por mí, apenas naciera la mantendría en una caja de cristal, donde nada pueda lastimarla, donde no sepa lo que es sufrir… donde nadie pudiera hacerle daño… pero sé que eso no está bien, debe vivir y crecer como todo ser humano normal, lo sé… otra cosa con la que deberé trabajar.

    Paula me dice que exagero en todo ¡Justo ella! Pero en este caso le doy la razón. Ella se encuentra más tranquila con el embarazo, tan plena y feliz. Justo ahora la veo ir y venir llevando bebidas o algo que comer a todos los que están colaborando, con esa sonrisa que dice todo. Creo que jamás la vi más hermosa que como la veo ahora, aunque ella no me lo crea y viva preocupada por sus kilos de más, verla me llena el alma por completo. Es la imagen perfecta, la mujer que amo como nunca, ni remotamente pensé que podía amar a alguien, llevando a mi hija en su vientre, el fruto del amor más puro… un sueño hecho realidad…



Paula: ¡Ey! ¿Estás de capataz que mirás y no hacés nada? –Me dijo interrumpiendo mis pensamientos y ofreciéndome un vaso de fernet con coca que habíamos pedido para tomar con mi hermano y Hernán.

Pedro: Emmm ¡No! Solo te miraba.-Le dije rápido sin poder pensar otra salida. Tomé el vaso que me ofrecía y me miró desconfiada.

Paula: ¡Ya vi! ¿Pasa algo? –Se acercó más hasta mí, casi chocándome con su hermosa panza.

Pedro: ¡Nada! ¡Solo que no puedo creer lo hermosa que estás! –Se rió y mordió su labio inferior sin creer en lo que decía.

Paula: ¡Claro! ¡Estoy hermosa! –Me dijo con voz burlona y se dio vuelta para seguir con su tarea. La tomé despacio del brazo para hacerla girar y apuré un paso para quedar frente a frente.

Pedro: Nunca hablé más en serio, Pau. ¡Creeme!- Le dije mirándola a los ojos… cualquier duda, cualquier inseguridad que podía llegar a ver ella con su cuerpo, en mí no existían. Tenía que creerlo.-Amo verte así, con esa sonrisa en tus labios, llevando orgullosa a nuestra hija ¡¿Qué más puedo pedir?! –Sus ojos se llenaron de lágrimas, y yo sentí arder los míos también.

Paula: ¡Te amo!-Me dijo con un hilo de voz y yo apoyé mi frente a la suya…

Pedro: Yo más- Unimos nuestros labios, sin importarnos nada más.


    Pero pronto los gritos y aplausos llenaron nuestro hogar… interrumpiendo nuestro momento y rompiendo la burbuja que se había formado alrededor nuestro.


Federico: ¡Estamos muertos de sed! –Gritó quejándose.

Hernán: ¡Sí! ¿Quién se encarga de las bebidas? ¡Esto es trabajo insalubre! –Nos burlaban y el resto solo los festejaban.


Paula: ¡La seguimos luego! –Se separó de mí- ¡Cuando te tenga para mi solita! -Me guiñó el ojo mientras me quedé mirándola alejarse. Suspiré cuando algo golpeó mi cabeza. Miré el objeto que impactó sobre mi cara, por suerte era un almohadón porque ni siquiera tuve reflejo de esquivarlo.

Pedro: ¿¡Qué hacés Lu!?-Dije cuando ubiqué quién me lo había arrojado.


Luciana: ¿Volviste? ¡Hay mucho que hacer acá en el planeta tierra, bajá y vení a decirnos dónde querés que ubiquemos TUS cosas! –Me dijo con toda la malicia del mundo.

Horacio: ¡Luciana! ¡Dejá en paz a tu hermano! –La burlé y ella rodó los ojos.

Luciana: ¿Las cosas no van a cambiar nunca? ¡Siempre defendiéndolo! – Todos reímos y seguimos con nuestra labor. Poco a poco el campo de batalla, y con el transcurrir del día se iba pareciendo más a una casa.



   Para altas horas de la noche el trabajo estaba terminado y la casa se estaba desocupando. Habíamos cenado con papá e Inés que fueron los últimos en irse, solo para asegurarse de que cenaríamos. Una vez que lograron su cometido cenando unas pizzas con nosotros, decidieron marcharse.

   Los acompañé hasta la puerta de abajo de nuestro edificio, ya que era domingo a la noche y el portero ya no se encontraba en su puesto de trabajo. Me despedí de ellos no sin volver a agradecerles, por millonésima vez, todo lo que hacían por nosotros, igual como había hecho con el resto de los que vinieron. Pero a cambio recibí un abrazo de mi papá y me dijo al oído.



Horacio: ¡Hijo! ¡No tenes nada que agradecer! Verte feliz como te veo, verla feliz a Pau, ver crecer a mi nietita en su panza, ver la familia y el hogar que están formando es algo que como papá no tiene precio, soy yo el que tengo que agradecerte- Me dijo con su voz pausada y emocionada.


   Estaba aún con mi cabeza apoyada en su hombro y levanté mi mirada hacía Inés que nos observaba con lágrimas en los ojos, noté que yo también lloraba y me había quedado sin palabras. Mi papá se separó y me miró con una sonrisa de satisfacción en los ojos.


Horacio: Ahora andá que tu mujer te está esperando. Cualquier cosa que necesites, ya sabés.-Le sonreí asintiendo.

Pedro: ¡Lo sé! ¡Te quiero papá! –Le dije con la poca voz que tenía y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Horacio: ¡Y yo a vos hijo! –Me despedí de los 2 y los vi alejarse, tomados de la mano.


   Sonreí mientras los veía, amaba ver el vínculo que habían formado, realmente se hacían bien, y se veía en ellos cuanto se querían. Jamás pensé que mi papá rearmaría su vida después de mamá, y verlo ahora, con una mujer como Inés, que era pura bondad y simpatía, que era protectora y maternal, era como un volver a empezar para él y agradecí a quienes sea que haya que agradecer para hacer que se hayan cruzado en sus caminos.


    Cuando volví al departamento Pau ya se había bañado, realmente se la veía cansada. Hoy había estado mucho tiempo levantada y no había dormido siesta. Su cuerpo se lo estaba reclamando al parecer. Me parece que dejaríamos para otro día lo que me había prometido más temprano. Y es que ya no había muchos encuentros íntimos, nuestra relación pasaba por otro lado, no es que estuviésemos en abstinencia. Ella ya estaba bien y podíamos hacerlo, pero creo que el a libido, hoy, pasaba por otro lado, siempre dormíamos entre besos, haciéndonos mimos y acariciando su panza. El sexo había quedado en segundo lugar, no sentíamos la necesidad ahora, creo que hacíamos el amor de otra forma, simplemente eso. Seguro que poco a poco iremos retomando esa parte de nuestra relación, pero con Oli de por medio, hoy es difícil pero no necesario.


Pedro: ¡Descansá amor! ¡Me baño y estoy con ustedes! –Me sonrió y asintió mientras bostezaba, estaba seguro que cuando terminara de bañarme la encontraría en el quinto sueño. Me acerqué para dejarle un beso en sus labios y otra en su panza, por la certeza de que no la encontraría despierta cuando regresara y me fui hasta el baño.


   Minutos después, luego de un baño reparador y relajante volví a nuestro nuevo cuarto.El que, habíamos terminado de ordenar minutos atrás. Realmente estaba cansado también y para mi sorpresa me encontré con Pau despierta. Y muy seria.


Pedro: ¡Amor! ¡Te hacía dormida! –Le dije mientras terminaba de secarme la cabeza, y me ponía una remera, hacía frío para dormir solo en bóxer.

Paula: ¡No puedo! –Dijo con lágrimas en los ojos y me acerqué preocupado.

Pedro: ¿Qué pasa? ¿Por qué no podés? –Le dije mientras me senté a su lado acariciándole la cara.

Paula: ¡Oli no deja de moverse y no puedo dormir! –La miré y me llenó de ternura, apoye mi mano y era cierto, mi hija no dejaba de dar vueltas en su nido.

Pedro: ¡Oli! ¡Bebé, mami quiere descansar! –Levanté las sábanas y los acolchados para tomar mi lugar en la cama.

Paula: ¡Parece que ella no quiere dormir todavía!- Me dijo apenada.

Pedro: ¡Tranquila! Acostate y ponete de costado- Le indiqué sin saber si daría resultado, ella hizo lo que le pedí, se acomodó despacio sobre su costado, mirando hacia mi lado.

Paula: ¿Qué tenés pensado, ahora?-Le indiqué que haga silencio y asintió.


   Coloqué una de mi manos debajo de la panza, entre el colchón y ella, como levantando todo su peso con mi mano y con la otra la acariciaba por arriba. Podía sentir todos los movimientos de mi beba. Mientras la acunaba entre mis manos.


Pedro: ¡Oli es hora de dormir! ¡Mami está cansada, princesita! – Seguí acariciando y hablándole despacio, de vez en cuando le cantaba y poco a poco vi como sus movimientos bruscos del principio, iban aminorando. Cada vez eran menos perceptibles, hasta que solo podía notar a través de la fina capa de piel su respiración, mi princesa se había dormido.-¡Se durmió, amor! –Le dije orgulloso de lo que había logrado, pero mi novia ya estaba profundamente dormida, ni siquiera sé en qué momento lo hizo ya que yo siempre estuve a la altura de su panza.



     Me volví a acomodar cerca de mi hija, no quería sacar mis manos debajo de ella, por miedo a que se despierte, no era una posición muy cómoda, pero ella lo hacía perfecto. Un poco de tortícolis era un precio muy bajo para lo inmensamente feliz que me hacía verlas descansar así, en paz.




    Hola! Cómo están! Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, y si se preguntan si lo que acabo de relatar acerca de cómo hizo dormir a Oli es imposible que suceda. No, por el contrario, les cuento que es así, lo he vivido en carne propia, con mi segunda nena desde antes de los 7 meses de embarazo! y quería compartir la experiencia con ustedes, tal cual y como la viví yo! Crease o no! <3 puro!


    Ya saben que pueden dejar sus comentarios y a la que quiera que le avise cada vez que suba mi twitter es @LauyValenPyP pueden dejar sus comentarios ahí también. Si es en el Blog mejor ;)

   Les dejo el adelanto del próximo capítulo, que subiré en cuanto pueda, ya saben que son los últimos y les quiero dedicar más tiempo.






    Ya habíamos cumplido con Oli nuestro octavo mes juntas. Mi beba crecía día a día, al igual que crecía mi ansiedad por conocerla, mis miedos por el parto y, por sobre todo, mi preocupación porque nazca bien. Sí, mientras más se acercaba la fecha de parto todo eso se iba potenciando en mí.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Capítulo 142



Capítulo 142


Cuenta Paula…


2 meses después…


    Hoy cumplo los 7 meses de embarazo. Mi panza estaba terriblemente enorme… estos dos meses de reposo no hice más que comer y por ende, engordar. Ya superaba los 20 kilos aumentados y mi apetito no parecía tener límites.

    Olivia seguía creciendo a la par de ella, en la última ecografía ya tenía un peso considerable para su tiempo y todo estaba en orden, sin sustos ni nada. Y era lo que hoy en día nos hacía inmensa e infinitamente felices.

   Sí, a nuestra princesa decidimos ponerle Olivia…



Flash Back…


    Estábamos acostados en nuestra cama, con un objetivo claro: decidir el nombre de nuestra hija. Ya sabíamos que se trataba de una nena y queríamos llamarla por su nombre, aunque también amaba cuando Pedro le decía princesita, pero necesitábamos elegirlo.

   Teníamos como 10 libros distintos de nombres que nos regalaron las chicas, así como nos llegaban regalos todo el tiempo. Y más cuando dimos la noticia de que era una nena.


Pedro: ¿Abril Alfonso?-Me miró buscando aprobación, no muy convencido y negué con mi cabeza.

Paula: ¿Emma Alfonso? –Puso cara rara.

Pedro: No me convence, aparte así le puso el balita a su nena.-Asentí al recordarlo.

Paula: ¡Isabella! –Levantó una ceja.

Pedro: ¡Isabella Alfonso! Si lo decís junto queda Isabel-Remarcó y negué, Isabel solo no me gustaba.

Paula: No, ¿Anna Alfonso? –Me miró tierno y negó.

Pedro: El nombre de mamá… ¡No! quiero que tenga su nombre-No insistí, tampoco.

Paula: ¡Juana me gusta pero la nena de tu primo se llama así! –Asintió mientras seguía ojeando el libro que él tenía en sus manos.


    Y así pasamos por cada uno de los nombres que leíamos sin ponernos de acuerdo, cuando lo escuché…


Pedro: ¿Olivia? Olivia Alfonso-Lo miré y me sonrió.

Paula: ¡Oli! Suena lindo ¡Me gusta! ¿Y a vos?-Cerré el libro que tenía en mis manos por inercia como si ya no tuviera necesidad que seguir buscando nada más.


    Pepe se agachó hasta la altura de mi panza y yo me mordí el labio, muerta de amor, sabía lo que iba a hacer y me emocionaba tanto.


Pedro: ¿Princesa? ¿Estás despierta? ¿Te gusta OLIVIA?- Le habló fuerte y claro, sin dejar de sonar dulce  a mi panza y esperó- ¡Oli!-Mi beba comenzó a moverse y él sonrió, yo ya era un mar de lágrimas para ese entonces.

Paula: ¡Me parece que le gustó! –Le dije y él se reincorporó un poco para mirarme.

Pedro: ¡Decisión tomada, entonces! ¡Olivia! –Dijo el nombre elegido con una sonrisa inexplicable en sus labios, lleno de orgullo, estaba dicho. Así llamaríamos a nuestra hija.


Fin del flash b
ack



    Olivia y yo fuimos inmensamente cuidadas durante todo este tiempo. A pesar de que yo me haya sentido bastante bien, los cuidados, jamás cesaban. Pedro retomó el trabajo una semana después de mi alta, muy a pesar de él porque no quería separarse de nosotras, y para ser sinceros a mí también me costaba tenerlo lejos todo el día.

   Pedro volvió al trabajo pero no sin antes encargarse de que jamás estuviera sola. Siempre estaban conmigo o sus hermanas, mis amigas pero sobre todo, Inés. Ella fue con quién más tiempo compartí este tiempo y cumplía su rol de abuela a la perfección. Se había hecho cargo de nuestra casa y la veía hacerlo con todo el amor del mundo, pasábamos horas hablando, era mi gran compañía hasta que llegaba Pedro.

     Me sentía feliz, querida y sobre todo cuidada y rodeada de afectos como nunca me imaginé. A Juampi y a mis primos no les avisé lo sucedido hasta que no estuviera segura de que estaba todo bien, no quería asustarlo, y sabía que la distancia y la preocupación no iban de la mano. Pero aun así, cuando le conté se había angustiado mucho, se sentía mal por esta distancia que nos separaba, él quería estar acá conmigo, cuidándome también y yo lo extrañaba horrores.

    Con Cami habían hablado para poder viajar, así como hicimos nosotros, unos días antes de la fecha probable de parto, pero todavía debían arreglar varios asuntos laborales para poder hacerlo. Juampi también quería que Cami conozca nuestro país y obviamente, yo no veía la hora de llenar de besos a mi ahijado que cada día estaba más hermoso y enorme.



    A todo esto, la semana que viene nos mudábamos, ya estaba la casa terminada, solo le faltaban unos detalles y con Pedro la habíamos ido a ver varias veces para ir viendo cómo iba todo. Estaba quedando hermosa, tal cual la habíamos pensado. Caro, que es diseñadora de interiores, nos dio a elegir varios diseños y se encargó de todo con su equipo de trabajo.

    La habitación de Oli era soñada, no era el típico cuarto de nenas en rosa y blanco, en cambio elegimos entre colores beige y verdecitos con blanco, muy cálido y delicado. Los muebles ya estaban encargados también, y era un regalo de su tía, que elegimos con Pepe… en realidad los elegimos con Caro, Pedro solo asentía a todo lo que le decíamos. ¡Mi vida, lo volvíamos loco!

    Por suerte, Pedro estaba mucho mejor, ya se había relajado un poco después del susto del quinto mes, creo que volver a terapia le estaba haciendo bien, aunque con sus cuidados no se relajaba nunca. Pero estaba más tranquilo y me lo transmitía a mí, no me gustaba verlo preocupado, o con miedos, y aunque sabía que lo que había pasado no era para menos, debíamos superarlo para disfrutar de todo lo lindo que nos pasaba y agradecer que todo iba bien. 


   Mi gordita crecía sana y fuerte dentro de mi panza, inquieta como ella sola y sobre todo por las noches, parecía que esperaba que llegara su papá para hacer sus morisquetas.

    Estaba terminando de preparar la cena, cuando escucho las llaves en la puerta de entrada, Pepe llegaba. Inés se había ido hace unos minutos, parecía que hacían cambio de guardia, se iba uno y venía el otro.


Paula: ¡Llego papá Oli! –Le hablé a mi hija, como hacía todo el día, mientras su papá entraba, me sonrió cuando me vio.

Pedro: ¡Hola! ¡Llegué! –Nos dijo desde la puerta, con esa sonrisa que ansiaba volver a ver cada vez que se iba por las mañana, aunque algún que otro mediodía lograba fugarse del trabajo para almorzar con nosotras.


    Se acercó hasta donde estábamos... si ya hablaba en plural cuando me refería a mí, yo acorté mis pasos también. Mi amor me saludó y luego colocó ambas manos sobre mi panza para dejar un beso en ella para Olivia.


Pedro: ¡Hola amores! ¿Cómo se portó Oli, hoy? –Me dijo mientras dejaba el bolso tirado en el suelo.

Paula: ¡Bastante tranquila! Pero ya sabés, a la noche se pone intensa- Le dije rodando los ojos.

Pedro: ¡Tiene a quién salir! –Me guiñó el ojo.

Paula: ¡Pedro! –Le dije ofendida- ¡Si yo soy re tranquila!

Pedro: ¡Paula!-Ahora el rodó los ojos y yo reí. Me abrazó y nos besamos.


     Minutos más tarde ya estábamos preparándonos para descansar. Estaba leyendo un libro en la cama, obviamente de embarazos y de bebés, mientras esperaba a que Pepe terminara de bañarse para venir a mi encuentro. Lo vi salir todo envuelto en toallones como si fuera una mujer, uno envuelto en su cabeza y otro cubriéndose desde el pecho y caminando afeminadamente y me tenté de risa. Amaba esas cosas que hacía solo para hacerme reír


Paula: ¿Qué hacés? –Le dije aun tentada, y saltó en la cama.

Pedro: ¿Hacerte reír? –Dijo levantando una ceja como dudando.

Paula: ¡Ya veo que te sale bien! –Le di un beso en sus labios, tan dulces, tan tiernos.

Pedro: ¡Mejor! Amo verte reír, amo tu sonrisa… En definitiva amo todo de vos…-Me dijo mirándome fijamente a los ojos y yo sentía que mi corazón iba a explotar con tanto amor.- ¡Bueh! ¡Todo, todo, no!

Paula: ¡Ya tenías que arruinarla Alfonso!-Le dije pegándole en el pecho y agarrándose como si lo hubiera apuñalado, exageradamente.

    Se levantó para desenredarse los toallones y volvió con su bóxer a la cama, tenía en las manos unos auriculares y su celular.


Pedro: ¡Tengo una idea! Ya que vos si podés hablar a solas con Oli todo el tiempo y yo no… -Se acostó al lado mío y me miraba divertido. Colocó los auriculares en mi oídos y no entendía a que venía esto- Voy a ponerte música bastante fuerte para que no me escuches, necesito tener una charla de padre a hija y no quiero que escuches- Sonreí confundida.


    Se acurrucó pegado a mi panza, apoyando su cabeza en un brazo y me miró.


Pedro: ¡No hagas trampa! –Apretó play y una canción de Ciro comenzó a sonar en mis oídos bloqueando mi audición al exterior por completo.


    Acto seguido Pedro comenzó a acariciar mi panza… Lo vi mover los labios y hablar con una sonrisa en su cara, con ese brillo en sus ojos… Yo no podía escucharlo y moría por saber que le decía a Oli, cuando sentí que ella comenzó a moverse desesperadamente dentro mío, escuchando a su papá…

    Pedro la sentía y festejaba sus movimientos, llenándola de besos y yo, quebrándome emocionada, era una escena hermosa y mis lágrimas caían descontroladas sobre mis mejillas. Amaba todo esto, verlos así era algo que no olvidaría jamás.

   Sabía que Pedro sería un buen padre, pero esto era mucho más que cualquier cosa que hubiese imaginado. Siempre escuchaba decir que a los papás les costaba conectarse con los embarazos, que tienen noción de la paternidad aún mucho tiempo después de que sus hijos nazcan, porque tampoco podían relacionarse con recién nacidos.

    En cambio con Pedro era distinto. Había logrado conectarse con Oli a tal punto que tan solo escucharlo provocara todo esto, esa conexión, ese vínculo que tenían desde ahora, ¡Y ahora esto! Sin dudas había elegido al mejor padre que podía haber en el mundo para Oli… y para todos los hijos que vendrán…







     Hola! Acá les dejo el capítulo de hoy y espero poder subir otro antes que termine la semana. Estoy muy complicada de tiempo estos días y realmente me gustaría dedicarle el tiempo y la dedicación que se merecen para poder escribir, ya que son los últimos!!!

    Ya saben que pueden dejar sus comentarios y a la que quiera que le avise cada vez que suba mi twitter es @LauyValenPyP pueden dejar sus comentarios ahí también. Si es en el Blog mejor ;)

    Sin adelantos esta vez, tengo todo en mi cabeza pero nada escrito aun :(